El duro ejercicio de una profesión

El crimen de Núñez es el tercero cometido contra periodistas en lo que va corrido del año en el país y se suma al de Luis Peralta Cuéllar en Caquetá y Édgar Quintero en el Valle del Cauca.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, entidad autónoma de la OEA, continúa con sus pronunciamientos con relación a lo que ocurre en el hemisferio. La semana pasada lo hizo respecto de la supresión de la licencia de Radio Caracas Televisión, con la que el régimen venezolano sacó del aire a uno de los últimos vestigios de libertad de prensa en el vecino país. En la presente semana lo hizo con relación al cobarde asesinato de la periodista Flor Alba Núñez ocurrido en Pitalito el 10 de septiembre.

La periodista muerta en la entrada de la emisora La Preferida, donde trabajaba, también servía como corresponsal para el diario La Nación y Nación TV de Neiva.

El crimen de Núñez es el tercero cometido contra periodistas en lo que va corrido del año en el país y se suma al de Luis Peralta Cuéllar en Caquetá y Édgar Quintero en el Valle del Cauca.

A la censura de la CIDH y de la Fundación Para la Libertad de Prensa FLIP se unen todas las organizaciones periodísticas del país y la Policía Nacional ha establecido una recompensa de 100 millones de pesos para quien ofrezca pistas para esclarecer el brutal crimen que quedó registrado en un video que impacta por la frialdad con la que actuó el sicario.

La periodista sacrificada era reconocida entre sus colegas de la región por su valentía para denunciar y opinar sobre los acontecimientos que afectaban a su comunidad. Los investigadores centran sus análisis en tres temas destacados que habían sido tratados recientemente por Núñez: el proceso de elecciones, los enfrentamientos entre bandas de narcotráfico y un hecho que tuvo difusión nacional como fue la cruel muerte de un perro a manos de un desadaptado en Pitalito.

Los reclamos del CIDH y la FLIP recuerdan que Colombia es uno de los países donde resulta más peligroso el ejercicio de la profesión de periodista, a lo que se une el hecho de que muy pocas de las investigaciones concluyen con la determinación de los autores y, menos, con la condena de los culpables, pues un manto de impunidad cubre los casi 150 asesinatos de periodistas ocurridos en Colombia en los últimos lustros.

REDACCIÓN EDITORIAL

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