Editorial: Por la verdad y, posiblemente, la conciliación

De esta manera se da un paso más en el largo proceso de encontrar la verdad y, aunque doloroso, servirá de consuelo a las familias para proceder a hacer el duelo postergado por años, con la certeza de lo ocurrido a sus seres queridos.

Cada día se conocen nuevos avances en procura de un acuerdo de paz. A las novedades sobre la intención del ELN de entrar en conversaciones formales se suma, ahora, un nuevo compromiso proveniente de La Habana: la verdad acerca de los desaparecidos, secuestrados y fallecidos de los que tanto las Farc como los organismos del Estado tienen noticia.

El acuerdo, que nada más la semana pasada se reclamaba como ineludible e inminente paso en la concreción de temas urgentes, tiene que ver con el destino de cerca de 25 mil seres humanos de los que no se tiene noticia (o al menos así lo reclaman sus deudos) a lo largo de decenios de confrontación y violencia.

Por parte de las Farc nace el compromiso de revelar la verdad (toda ella con los detalles más truculentos) sobre lo ocurrido con miles que fueron secuestrados y murieron en las mazmorras del grupo guerrillero, o quienes fueron asesinados y sus restos dispuestos en diversos lugares del país. El compromiso incluye la devolución de los restos o la revelación del lugar donde pueden ser hallados.

Por parte del Gobierno el acuerdo conduce a revelar el paradero de los restos de guerrilleros muertos que fueron enterrados en fosas comunes en distintos lugares. Al momento se ignora si también incluye lo ocurrido con los “falsos positivos” y acciones como la Operación Orión y lo que se oculta en La Escombrera en Medellín.

Las partes se comprometen a hacer revelaciones aún antes de que sea firmado el acuerdo final.

De esta manera se da un paso más en el largo proceso de encontrar la verdad y, aunque doloroso, servirá de consuelo a las familias para proceder a hacer el duelo postergado por años, con la certeza de lo ocurrido a sus seres queridos; otra cosa será el perdón, un doloroso eslabón que, seguramente, ha de convertirse en otra prueba de la capacidad de reconciliación de los colombianos y que corresponde al fuero interno de las familias y las personas afectadas.

A no dudar habrá quienes salten a reclamar la ley del talión y la tierra arrasada para prolongar por años sin cuento la venganza y la retaliación, en la intención de convertir al conflicto colombiano en una reedición a escala de las confrontaciones entre palestinos y judíos que todavía se desangran por acontecimientos de más de dos mil años atrás. Pero como se decía, corresponde al fuero interno de las víctimas y el deseo de terminar, de una vez por todas, con una confrontación inútil e irracional.

REDACCIÓN EDITORIAL

Comentarios