Editorial: La guerra en las calles

Las violentas expresiones escuchadas y observadas en la campaña política solo logran exacerbar el clima de confrontación. Como en todo proceso violento se sabe cuando se inicia pero no cuando acaba.

En Estados Unidos se vive un acelerado proceso de polarización que se ha agudizado por la confrontación política de cara a las elecciones presidenciales de noviembre y la inestable situación mundial que se expresa con los conflictos sociales, raciales, religiosos y económicos y sus efectos en muertes, destrucción, desplazamientos masivos y millones de refugiados.

Una parte del electorado ha encontrado en un demagogo ignorante e irresponsable el vocero preciso para desahogar sus frustraciones, expresar su rechazo por la diferencia, solidificar su xenofobia y traducir todo a un populismo irreflexivo que cada vez tiene más expresiones de violencia que encuentra en el uso de la fuerza la base de su argumentación.

De otro lado, tras siglos de exclusión, de desprecio y abuso y luego de decenios de luchas interminables para obtener el pleno reconocimiento como ciudadanos y la totalidad de sus derechos los sectores más radicales de la comunidad negra han optado con recurrir a la violencia para expresar la frustración acumulada y la fatiga ante tanta segregación y menosprecio.

Las cosas se han agudizado y las estadísticas no mienten: el color de la piel se ha convertido en un estigma que se traduce en un trato radicalmente diferente por parte de la policía y el aparato judicial. No importa si el ciudadano respeta la ley pues es probable que por su raza sea desproporcionadamente más propenso a ser detenido, juzgado, condenado o muerto por los mismos representantes de la ley, que un ciudadano de raza blanca.

En años recientes la misma segregación y exclusión se percibe con relación a la población de origen hispano, de las que las últimas manifestaciones son notorias en la campaña del candidato del partido republicano.

Como nunca antes los radicales de raza negra han optado por actuar con violencia contra la que señalan como la punta de lanza de los abusos y en diversas localidades se repiten los atentados contra la policía. Hace unos días en Dallas con saldo de siete uniformados muertos, en el último fin de semana en Baton Rouge con cuatro muertos y varios heridos; a más de muchos atentados individuales en Chicago, Nueva York, San Francisco y Los Ángeles.

Las violentas expresiones escuchadas y observadas en la campaña política solo logran exacerbar el clima de confrontación. Como en todo proceso violento se sabe cuando se inicia pero no cuando acaba.

REDACCIÓN EDITORIAL

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