Editorial: Con las apuestas en contra

No se sabe que otra triquiñuela jurídica o rabulería tenga en sus faltriqueras la defensa de Pretelt, pero el paso dado en la Comisión del Senado se convierte en un hito que rompe con una censurada tradición.

Contra todos los pronósticos ha sido rota una de las más acendradas tradiciones colombianas: la inutilidad de la Comisión de Acusaciones del Congreso. En efecto, nadie esperaba que en el proceso contra el controvertido magistrado de la Corte Constitucional, Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, la Comisión del Senado encargada de conceptuar sobre la viabilidad de las acusaciones contra el magistrado se fuera a ir en contra de la ponencia del encargado de analizarla, nada menos que el inefable José Obdulio Gaviria, auto proclamado ideólogo del Centro Democrático.

Se daba por descontado que una comisión integrada por Gaviria, Paloma Valencia, José Alfredo Ramos Jr. y Juan Manuel Corzo, que harían la mayoría en un grupo de siete, resultaría apoyando el concepto del senador antioqueño, que liberaría de toda culpa a Pretelt pues, además, señalaba que el magistrado no había tenido oportunidad de ejercer su derecho a la defensa.

Sin embargo, algo parece estar ocurriendo en ciertos escenarios y afectando a muy caracterizados protagonistas, ya que en la crucial votación el senador conservador Juan Manuel Corzo se unió a los senadores liberales, verdes y de la U (Guillermo Santos, Jorge Prieto y Roosevelt Rodríguez) para conformar la sorpresiva mayoría que derrotó la posición de Gaviria y ha de permitir que el proceso pase a la plenaria del Senado, en donde, de ser negada la moción se levantaría el fuero y Pretelt podría ser juzgado en la Corte Suprema y así terminaría el prolongado y accidentado proceso.

Será la primera vez, tras el frustrado juicio al general Gustavo Rojas Pinilla que la vilipendiada comisión cumple con la función constitucional que le corresponde.

No hay que olvidar que en el Congreso y mediante la posición del Centro Democrático, se trató de intimidar a la Comisión de la Cámara mediante una fórmula conocida: tratar de poner en duda la idoneidad, competencia e independencia del presidente de ese órgano del legislativo, Julián Bedoya. Sin embargo, el furor nacional que han levantado los procedimientos y conducta de Pretelt ha impedido que los obstáculos interpuestos, de toda índole, hayan logrado descarrilar el proceso.

No se sabe que otra triquiñuela jurídica o rabulería tenga en sus faltriqueras la defensa de Pretelt, pero el paso dado en la Comisión del Senado se convierte en un hito que rompe con una censurada tradición.

REDACCIÓN EDITORIAL

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