Editorial: El drama de los desaparecidos

Tanto el Estado como la comunidad deben tomar conciencia de la dimensión de tal drama, sensibilizar el vía crucis que transitan miles de familias y luchar por sanar esta herida abierta de la patria, que no es solo de las familias de los desaparecidos.

Nuestro país, al igual que numerosas naciones de América Latina, lleva décadas conviviendo con una tétrica realidad que está arropada por un suave vocablo que no transmite, ni siquiera parcialmente, el drama atroz que señala; dicha voz es “desaparecido”. Detrás del verbo desaparecer hay crímenes espeluznantes que se han cometido por las más diversas causas.

Decenas de asociaciones de víctimas luchan denodadamente para que sean hallados, identificados y entregados a sus deudos, los restos de miles de personas asesinadas en desarrollo del turbulento y atípico conflicto armado que padecemos, o a causa de ejecuciones extrajudiciales, o por tráfico de personas, venganza, etc.

La sociedad no ha tomado conciencia de la dimensión de la tragedia que implica cada desaparición, ni de la incertidumbre y zozobra que arrastran miles de familias que ignoran qué suerte corrió un ser querido. Respecto de las desapariciones hay amnesia cómplice en nuestra comunidad.

Las cifras de desaparecidos son aterradoras. Según el Sistema de Registro de Personas Desaparecidas (Sirdec), entre 1938 y hoy hay en Colombia un registro histórico de cerca de 111 mil denuncias de personas desaparecidas; de ellas, 27.010 fueron encontradas con vida; cerca de 1.000, muertas y de 78.000 no hay rastro.

Según el Registro Único de Víctimas, entre 1985 y hoy en Bogotá han desaparecido 13.238 personas, es decir, un promedio diario de 8 personas. Según Medicina Legal, en 2015 se denunciaron en el país 7.310 casos de desaparición; de estos, el 39% de las personas fue encontrado con vida, 191 aparecieron muertas y de 4.246 no hay rastro, de ellas 1.710 son menores de edad. Muchos de tales casos no tienen relación alguna con el conflicto armado.

Desde otro ángulo, Medicina Legal ha identificado 15.000 cadáveres, cuerpos que no han sido reclamados y debieron enterrarse en fosas comunes.

Colombia se destaca por sus avances en Antropología Forense y en Genética, hay buenos equipos de expertos en Medicina Legal, en la Fiscalía y la Policía; hay buenos laboratorios y recursos técnicos, pero no es suficiente para labor tan monumental.

Tanto el Estado como la comunidad deben tomar consciencia de la dimensión de tal drama, sensibilizar el vía crucis que transitan miles de familias y luchar por sanar esta herida abierta de la patria, que no es solo de las familias de los desaparecidos.

REDACCIÓN EDITORIAL

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