Editorial: La universidad y los indígenas

Esa pregunta no ha hallado satisfactoria respuesta, lo que genera inquietud pues lo anhelado no es que el nuevo profesional se transforme en un ciudadano más, adopte la indumentaria y modales citadinos, sino que su conocimiento y experiencias enriquezcan a sus comunidades ancestrales.

Aquella, por los científicos sociales llamada raza ancestral o aborigen, que fue la primera que pobló las tierras del continente americano, esa que probablemente ha sido la mayor víctima tanto del proceso de descubrimiento y poblamiento, como del tiempo en que estos territorios fueron parte del Imperio Español y del período de vida republicana, hoy cuenta para la Constitución, el Estado y la sociedad.

En desarrollo de ese cambio de políticas, comportamiento cultural y sociológico, actualmente a la educación superior logran llegar, a las más connotadas universidades del país, centenares de miembros de comunidades indígenas a cursar estudios.

El paisaje humano ha cambiado al ver en sus pasillos y aulas a jóvenes estudiantes luciendo el traje de los arhuacos o de los guambianos (para citar solo dos ejemplos), quienes portando celulares, computadores y morrales, forman parte de la vida estudiantil, se destacan en las actividades universitarias y más de uno es vocero de tal estamento académico.

Año tras año crece el número de miembros de comunidades indígenas que se gradúan de abogados, economistas, sociólogos, médicos, etc. Pero en torno a tan acertada política gubernamental brotan inquietudes sanas. Si bien profesiones tales como la medicina, la odontología, la agronomía, la economía, la sociología, pueden ejercerse con futuro en el mundo de las comunidades indígenas de donde proceden y sus conocimientos serán gran aporte para ellas, hay otras que por su propia naturaleza y radio de acción hacen que dichos profesionales se queden en los centros urbanos donde hay demanda para tal tipo de graduandos y el joven, por razón de su profesión, se ve separado de su entorno. ¿Qué vínculo le queda, hacia adelante, respecto de su comunidad?

Esa pregunta no ha hallado satisfactoria respuesta, lo que genera inquietud pues lo anhelado no es que el nuevo profesional se transforme en un ciudadano más, adopte la indumentaria y modales citadinos, sino que su conocimiento y experiencias enriquezcan a sus comunidades ancestrales.

Lo deseable es que las dependencias estatales que han sido abanderadas de estas inteligentes políticas ilustren al conglomerado al respecto ya que hay temor al desarraigo cultural de buen porcentaje de los profesionales indígenas.

REDACCIÓN EDITORIAL

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