Editorial: El drama allende la frontera

Los cientos de miles de venezolanos que cruzan la frontera para mitigar sus carencias le han dado un mentís al ignorante mandatario, mientras el éxodo de sus coterráneos crece.

De no ser porque al fondo se cierne una inevitable confrontación violenta y una tragedia de dimensiones descomunales los episodios de los últimos días escenificados en Venezuela parecerían sacados de un gran guiñol surgido de las más hilarantes y despiadadas obras de Woody Allen o Charles Chaplin.

De la memoria colectiva parecen haber desaparecido los trillones de dólares malversados por la incompetente y aviesa boliburguesía (que se suman a la fortuna esfumada en manos de los igualmente incompetentes y deshonestos copeyanos y adecos del pasado). La angustia provocada por la escasez de lo básico en las tiendas, hospitales y despensas contribuye a la desesperanza, mientras del otro lado se hace más hirsuto el estalinismo tropical de Maduro, Cabello y sus focas, que no encuentran que otra forma atrabiliaria de impedir la expresión de los millones que reclaman y protestan.

A pesar de los retenes, las amenazas, la más burda censura y las contramanifestaciones transportadas, más de un millón de personas salieron pacíficamente a las calles de Caracas a exigir la aplicación de la fórmula constitucional que revoque el mandato del torpe Nicolás Maduro y su cauda de ignaros y saqueadores.

Copiada de las manipulaciones de imágenes que proliferaban en épocas de Bujarin, Stalin y Gorki, el irascible Cabello recicla fotografías de la época de Chávez mientras el gran conductor, disfrazado de vendedor de bon ice, volvía a fantasear con la captura de un centenar de colombianos (paramilitares, dice él) acampados a cuatro cuadras de Miraflores y dotados de fusiles de largo alcance que (dice él) estaban prestos a disparar contra las multitudes del PSUV y provocar una sangría. Como es usual, nadie verá a los capturados ni nadie tomará cuentas al zagalón de sus falacias.

Hace apenas un año y, a falta de explicación para sus desatinos, la emprendió Maduro en contra de más de 20 mil colombianos residenciados en los estados fronterizos y en las razzias destruyó sus viviendas y precarios enseres, los expulsó y, para justificar los excesos, argumentó que así acabarían la inseguridad en la frontera y la escasez de elementos esenciales. Los cientos de miles de venezolanos que cruzan la frontera para mitigar sus carencias han dado un mentís al ignorante mandatario que ni siquiera lo menciona, mientras el éxodo de sus coterráneos crece.

Es preciso hacer votos por que todo se resuelva por la vía pacífica y la voluntad de la mayoría impere.

REDACCIÓN EDITORIAL

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