¿Sindicalismo o sectarismo en la UT?

Muchos de ellos, docentes afiliados a un nuevo movimiento y de quienes se dice a viva voz, fueron nombrados profesores de planta a través de espurios concursos de méritos.

Ocho meses han transcurrido desde que José Herman Muñoz dejó la rectoría de la Universidad del Tolima, y hoy se sigue hablando de lo que fue su gestión al frente del alma máter. No es para menos. El descalabro financiero, sumado a la polarización y falta de gobernabilidad al interior de la U, terminaron por dejarla en un estado de agonía del cual aún no logra salir.

Con la llegada de una nueva administración universitaria, así como la de un nuevo gobernador que preside el Consejo Superior, muchos han sido los devenires que además de la crisis ya existente, le han generado otro tipo de inconvenientes a quienes integran la UT. Lo primero es que, ante las problemáticas encontradas, entre ellas una gran cantidad de cargos burocráticos, lo lógico y esperado es que se tomaran medidas efectivas de solución como los recortes de personal por no decir corbatas y el ahorro en gastos innecesarios los cuales venían siendo una constante. No obstante, la puesta en marcha de dichas medidas como era de esperarse, ha despertado la inconformidad de algunos, quienes haciendo uso del derecho de agruparse y movilizarse, además de los ya existentes y exagerados sindicatos, han creado diferentes movimientos que se enfrentan entre sí y quienes tienen como finalidad principal pelear por las prebendas que antes recibían.

Ante la crisis económica, se propuso por parte de quienes exigieron con paros y huelgas de hambre la salida del físico José Herman Muñoz de la rectoría, una propuesta de reforma profunda la cual debía ceñirse a lo que dijera un estudio técnico hecho por la Universidad del Valle. Dicho proceso se ha venido realizando, y aunque todavía la opinión pública está a la espera de los resultados que arroje el estudio, desde ya los sindicatos y antiguos aliados del exrector Muñoz Ñungo han salido a desestimar el proceso. Muchos de ellos, docentes afiliados a un nuevo movimiento y de quienes se dice a viva voz, fueron nombrados profesores de planta a través de espurios concursos de méritos.

Aunque muchos de los problemas que aquejan a la Universidad del Tolima son históricos y de vieja data, lo que no se le debe olvidar a nadie, y mucho menos a quienes se oponen a las medidas de reestructuración y salvamento, es que la Universidad del Tolima no le pertenece a un grupo minúsculo de supuestos revolucionarios académicos, ni mucho menos a aquellos a quienes con capucha y bombas molotov quieren imponer el miedo. La UT les pertenece a todos y cada uno de los tolimenses, y en ese sentido deberían ir los reclamos, no a la pelea de puestos y egos, ni a las rencillas personales entre profesores y funcionarios, quienes finalmente jamás serán irremplazables.

REDACCIÓN EDITORIAL

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