Si ellos pueden, ¿los demás no?

Hoy una pregunta que habría que hacer, principalmente a algunos líderes políticos del país y que viven cazando guerras virtuales y peleas de redes que terminan en demandas y enemistades acérrimas en la vida personal, sería: ¿Serán inferiores ellos a esos exguerrilleros y exparamilitares que pudieron sentarse a hablar sin problema?

Una foto nunca vista e inimaginada hace algunos años tuvo lugar recientemente en un encuentro informal entre los líderes de las Farc y excomandantes paramilitares de las AUC.

La reunión entre Iván Márquez, Pablo Catatumbo y Jesús Santrich; con Ernesto Báez, Diego Vecino y El Alemán, sorprendió a más de uno, pero además de sorprender, le envió un contundente mensaje al país: si ellos pueden encontrarse y hablar civilizadamente sobre sus diferencias, cualquiera puede hacerlo.

Uno de los objetivos de la cita que duró cerca de tres horas, fue reafirmar el compromiso con la búsqueda de la paz, y en ese sentido en el marco del posconflicto, contribuir a los procesos de memoria y verdad, consagrados dentro de los acuerdos de La Habana.

Mucho se ha dicho sobre los alcances que tuvieron los grupos armados ilegales en las esferas del poder público en Colombia, e incluso aquello quedó demostrado cuando en el año 2006 se supo que cerca del 35% del Congreso colombiano era controlado y permeado por los paramilitares.

De igual forma, vínculos de personajes de la política con las Farc, como el caso de la exsenadora Piedad Córdoba, quedaron ampliamente demostrados y el tiempo terminó por reafirmarlo.

Aun así, hay muchas más cosas por contarse y que en honor no solo a la verdad, sino a la memoria de las víctimas, especialmente de las Farc, merecen ser expuestas en una audiencia de la verdad o un tribunal de paz como bien se hizo en el proceso con los paramilitares.

La ubicación de fosas comunes, caletas, guacas, y todo aquello que contribuya a resarcir de alguna manera el daño causado, deben hacer parte de una agenda nacional que hasta el momento ha sido ausente.

Lo otro es que la llamada cumbre entre antiguos enemigos a muerte, debe conminar al pueblo colombiano a la reconciliación, al perdón y a dejar los odios y la polarización que cada día es más evidente y que finalmente termina por hacer tanto daño como las balas.

El sicariato moral y las descalificaciones y llamados a odios actualmente se sobreponen a los discursos y los debates políticos, tanto que el Twitter y las demás redes sociales han remplazado los estrados y los recintos de argumentación y escenarios políticos.

Hoy una pregunta que habría que hacer, principalmente a algunos líderes políticos del país y que viven cazando guerras virtuales y peleas de redes que terminan en demandas y enemistades acérrimas en la vida personal, sería: ¿Serán inferiores ellos a esos exguerrilleros y exparamilitares que pudieron sentarse a hablar sin problema?

REDACCIÓN EDITORIAL

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