Trump y Venezuela

Pensar en una invasión norteamericana genera escozor y preocupación, porque además de cobrar la vida de gente inocente y que nada tiene que ver con los desaciertos de sus gobernantes, los coletazos que recibiría Colombia serían nefastos.

A la dramática situación de los venezolanos y la indignación que produjo la instalación de la polémica asamblea nacional constituyente, se sumaron los rumores de una posible intervención militar del gobierno de los Estados Unidos en ese país. Aquello terminó de llenar de tensión no solo a Venezuela, sino a los países de la región, incluido Colombia, pues aunque hoy dicha posibilidad pareciera poco probable, alertó a los líderes políticos del continente y a los mismos ciudadanos venezolanos, quienes indistintamente de ser simpatizantes del oficialismo o miembros de la oposición, rechazaron tajantemente que algo así pudiera ocurrir.

Donald Trump ha sido enfático en manifestar su posición sobre lo que vive Venezuela, y ha calificado el gobierno de Maduro como una dictadura a razón del rompimiento de la democracia, representado en la concentración de poderes. No obstante y aunque de este personaje excéntrico y poco racional cualquier cosa pudiera esperarse, un ataque militar no tendría mucha lógica, pues sería considerado ante el mundo como una arremetida en contra de la población civil, pues son ellos a quienes Maduro estaría dispuesto a mandar como carne de cañón ante una eventual confrontación. También porque ni lo que está ocurriendo en Venezuela atenta contra los Estados Unidos, y porque el país del Tío Sam, tan solo con bloquear económicamente tal y como hizo con Cuba, bien pudiera manifestar con hechos no bélicos su descontento.

Pensar en una invasión norteamericana genera escozor y preocupación, porque además de cobrar la vida de gente inocente y que nada tiene que ver con los desaciertos de sus gobernantes, los coletazos que recibiría Colombia serían nefastos no solo en términos militares, pues habría que enviar tropas a la frontera y si es el caso confrontar, sino en términos económicos y sociales, pues actualmente unas 130 personas llegan a diario a la terminal de Bogotá, procedentes de Venezuela, y con una situación así, el país terminaría afectado a causa del desplazamiento forzado.

Lo terrible de esta pesadilla para los venezolanos, es que pasa el tiempo y no se avizora una pronta solución, sino por el contrario, más y más problemas y preocupaciones, que aunque quizás lejos de la realidad, terminan por desviar la atención de lo verdaderamente fundamental, y lo que logra es darle un respiro a Maduro, quien se posa en su papel de víctima del “imperialismo yanqui”, y aprovecha para mostrarse como el pobre líder, cercano a la gente, y al cual quieren derrocar por “bueno” o por ser del pueblo. ¡Vaya mentira esa!

REDACCIÓN EDITORIAL

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