Informalidad vs. desempleo

Las ventas ambulantes y el popular rebusque, engrosan dichas cifras, las cuales en Colombia y, según un estudio de la Universidad del Rosario, oscilan entre un 65%, más preocupante aún.

Históricamente Ibagué ha sido una ciudad con altísimos niveles de desempleo. En repetidas ocasiones e incluso de manera consecutiva, la capital del Tolima ha estado por debajo en la tasa de empleabilidad, siendo superada por ciudades, incluso mucho más pobres y con mayores necesidades.

La falta de grandes empresas e industrias, sin duda son parte de los motivos, pero también lo han sido la falta de iniciativas, programas, y otro tipo de ayudas gremiales y gubernamentales.

Recientemente el Dane publicó los datos sobre la informalidad del empleo en Ibagué, y pese a que se redujeron las cifras en relación con años anteriores, nuestra ciudad sigue siendo una de las principales en el país en donde más de la mitad de sus trabajadores se encuentran en la informalidad.

De un total de 244 mil personas ocupadas, 133 mil están en condición de informales, reflejando así un total del 54.5%. Las ventas ambulantes y el popular rebusque, engrosan dichas cifras, las cuales en Colombia y, según un estudio de la Universidad del Rosario, oscilan entre un 65%, más preocupante aún.

Aquello además de confirmar otro tipo de problemas ligados de alguna manera a la falta de oportunidades de empleo, tales como el incremento de la delincuencia; las cifras indican que una gran cantidad de personas arriesgan su vida en trabajos peligrosos, complejos y sin derechos de seguridad social y riesgos laborales, entre otras cosas.

Los trabajadores informales, si bien encuentran en las ventas callejeras y otro tipo de trabajos mal remunerados y peligrosos, una oportunidad para sostenerse económicamente, aquello también incrementa y desencadena otro tipo de situaciones como el desorden en las calles, la ocupación del espacio público, la contaminación visual y auditiva, entre otros.

Infortunadamente esa pelea entre el desempleo y la informalidad no debería darse, pues ambas evidencian la falta de oportunidades en la ciudad, las cuales no hemos podido derrotar.

No obstante, la problemática tampoco ha sido netamente exclusividad de Ibagué, y en contravía de aquellas promesas de campaña de Juan Manuel Santos en 2010, cuando prometía más trabajo, en repetitivos spots publicitarios, aquello nunca fue su prioridad, y ese 65% de trabajo informal es la prueba fehaciente.

Sin embargo, Ibagué al igual que esas otras ciudades con altos niveles de desempleo e informalidad, no pueden esperar que las dirigencias políticas y los gobiernos de turno solucionen, y mucho menos los futuros trabajadores formales y que egresan de las universidades, seguir viendo a las alcaldías y gobernaciones como lugares ideales de trabajo.

Primero porque allá no se valoran capacidades, sino amiguismos y votos, y porque las condiciones de trabajo son a través de contratos de prestación de servicios, pero con las exigencias de un trabajo de planta.

Gremios, universidades, empresarios, inversionistas, la tarea es cambiar eso, trabajar por hacer de Ibagué, una ciudad con mayores oportunidades y en donde se contrate al que más sabe, y se le pague lo que merece, pero también para que se contrate al trabajador informal que solo necesita una oportunidad de demostrar lo que puede hacer.

REDACCIÓN EDITORIAL

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