¿Otra Nueva Guerra Fría?

Nunca antes, y ni siquiera en los momentos más difíciles de lo que se conoció como la Guerra Fría, se había dado una crisis diplomática de tal magnitud, pues según el portavoz ruso, la cifra de expulsados llegaría a 150.

Las relaciones del reelecto gobierno ruso con Estados Unidos, y otros países de Europa, se vienen complicando en las últimas semanas. El envenenamiento de un agente de ese país al servicio del Reino Unido, probablemente por parte de la inteligencia rusa, ha desatado una serie de decisiones diplomáticas que han generado una tensión mundial que ni siquiera la enemistad entre las Coreas o el mismo enfrentamiento entre Trump y Kim Jon-Un ha generado.

El gobierno de Estados Unidos fue el primero en dar el paso, y como represalia al supuesto intento de asesinato ordenado por Putin, expulsó a 23 diplomáticos rusos de su país. Luego 17 naciones de la Unión Europea, en una acción coordinada hicieron lo mismo, expulsando a 57 funcionarios rusos de sus estados, en solidaridad con el Reino Unido, generando una especie de bloque en contra de la potencia mundial, que históricamente desde la llegada de Putin, ha intentado ser una súper república aislada de la Unión Europea.

Aunque Putin, en medio de su figura de autoridad y gran poderío, ha demostrado buen ambiente y ha mantenido relaciones cordiales con los distintos países, su gobierno respondió de la misma manera expulsando 23 diplomáticos británicos, 60 de Estados Unidos, y cerrando la embajada norteamericana en San Petesburgo. Nunca antes, y ni siquiera en los momentos más difíciles de lo que se conoció como la Guerra Fría, se había dado una crisis diplomática de tal magnitud, pues según el portavoz ruso, la cifra de expulsados llegaría a 150.

Pese a que no existe ninguna prueba que confirme que en efecto el gobierno ruso es el responsable del envenenamiento del doble agente Serguéi Skripa y su hija en suelo británico, el Kremlin no ha negado con vehemencia su participación en ello. Sin embargo, hay un antecedente que vale la pena revisar, y es que para el año 2006, también un exagente y quien coincidió con el entonces director de inteligencia Vladímir Putin cuando este hizo parte de dicha entidad, fue envenenado con Polonio también en Londres, según indagaciones de la justicia con aparente autorización del presidente ruso con quien mantenía una vieja enemistad, y que se había mantenido en el tiempo por cuenta de acusaciones graves hacia Putin, en las que incluso acusó de ser pedófilo.

Hoy, aunque ese hecho se encuentre archivado, y dos de los agentes que habrían participado en el homicidio salieron limpios de culpa, uno de ellos actualmente parlamentario y recientemente condecorado por Putin, aquello permite rememorar un episodio que puede dar luces sobre lo ocurrido. Rusia tiene una gran capacidad nuclear, y pareciera no tener ningún problema para hacer uso de ella, cuando lo requiera, mientras el mandatario ruso sonríe y posa de bonachón.

Un encuentro entre Trump y Putin estaría por darse en próximos días, y aquello incidirá notoriamente en las relaciones que de mantenerse en ambiente hostil, podría generar una nueva Nueva Guerra Fría, marcada por los bloqueos comerciales, y en donde el armamento nuclear podría ser un protagonista desastroso.

REDACCIÓN EDITORIAL

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