De nada sirve decir que el periodismo es el oficio más peligroso del mundo, si no hacemos nada para cambiar esa realidad. A ello le ha apuntado la Fundación para la Libertad de Prensa-Flip, que en días pasados revelara un informe sobre la libertad de expresión en Ibagué, y en donde, la situación, aunque no lo parezca, resulta preocupante.
Reza el informe que mientras en 2014 se registraron siete agresiones en contra de la prensa en la capital del Tolima, en 2017 se presentaron 13, y en lo corrido de 2018, van 12 ataques. Agresiones de tipo verbal e incluso una física por parte de una contratista de la Alcaldía a una periodista, hacen parte de esa vergonzante lista.
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Pese a que, en épocas anteriores, era común de parte de los grupos armados, los panfletos, los correos electrónicos y las llamadas intimidantes, de las que, entre otros, este medio de comunicación fuera víctima a comienzos del nuevo milenio; por estos tiempos, los estigmas han venido de sectores oficiales, principalmente de parte del alcalde Guillermo Alfonso Jaramillo, como bien lo expone el informe.
No se puede desconocer que parte del discurso del mandatario ha ido enfocado a minimizar el trabajo periodístico, con la excusa de no querer comprar conciencias como afirmara fuera su antecesor a través de la pauta, y aquello les ha hecho mucho daño a los medios, no tanto por el tema económico, sino por la estigmatización generada, siendo promovida incluso por algunos de sus simpatizantes o colaboradores.
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Aunque fuera EL NUEVO DÍA quien revelara en uno de sus informes, la piñata entregada por parte del exalcalde Luis H, Rodríguez, a algunos periodistas y medios de comunicación a fin de hablar bien de su gestión; este mismo medio también ha sido blanco de fuertes dardos por parte de Jaramillo, quien pareciera no soportar la crítica argumentada, y no tener claro que la labor de un medio de comunicación es informar, cuestionar, e incomodar si es el caso.
Las amenazas de muerte por cuenta de las denuncias del llamado predialazo, el acoso judicial por cuenta de retractaciones que no en todos los casos tienen lugar, confirman y le dan la razón a lo dicho por la Flip, y debería generar un llamado de alerta.
La manipulación con pauta oficial, y la poca ética de algunos periodistas, también han hecho lo suyo, y aquello ha deteriorado notoriamente el trabajo de quienes terminan casi que en una relación de subordinación de gobernantes y entidades oficiales, en donde el buen periodista es el que habla bien, y el malo, y el que no quiere a la ciudad el que informa, hace críticas argumentadas y aportes propositivos. Según esa lógica aquí seguiremos siendo “malos”.
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Sea esta una nueva oportunidad de exigirle a gobernantes, candidatos, funcionarios, instituciones, respeto por el medio, y por la labor seria, documentada y respetuosa. No hay periodismo sin periodistas, ni democracia sin periodismo.
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