El fin de Ser pilo paga

Lejos está el día en que la educación superior en Colombia sea gratuita para todos, como ocurre en otros países, pero mientras eso sucede, bien recibido será incluso por las mismas universidades privadas, el fortalecimiento de las universidades públicas, y el apoyo de las privadas en programas especiales.

Uno de los proyectos banderas del expresidente Santos dejará de existir. El programa “Ser pilo paga” y que buscaba premiar a los estudiantes más brillantes del país con becas en algunas universidades principalmente privadas, llegará a su fin por decisión del presidente Iván Duque.

El nuevo mandatario, y quien en campaña había prometido mantener el proyecto que alcanzó a beneficiar a 40 mil estudiantes menos favorecidos en el país, decidió ponerle fin, por motivo de un desfinanciamiento en el modelo, y un déficit de dos billones de pesos. Aunque el programa venía avanzando con el objetivo de condecorar a los bachilleres “más capaces”, según el criterio del Icfes, también tuvo muchísimos reparos, y puntos sensibles que vale la pena algunos analizar.

Lo primero es que, aunque la intención del proyecto planteado por Santos, tenía el firme propósito de brindarle oportunidades a quienes veían la posibilidad de estudiar una carrera como un imposible, hay una realidad que indica que en dicho programa, se fueron más de 350 mil millones de pesos del presupuesto de educación, y que ese mismo dinero, dejó de entrarle por ejemplo a las universidades públicas del país, quienes en mayoría, acaparan a dichas comunidades vulnerables, no solo por costos, sino por su ubicación en las regiones más apartadas.

Viéndolo de esa manera, muchos estudiantes beneficiados, optaron por universidades como el Rosario, y Los Andes, sin contar con que, estudiar allí, no solo requiere del pago de una matrícula, sino de un sostenimiento, entre ello, gastos personales, de transporte, y particularidades de cada institución, como libros y fotocopias, y que muchas veces, al estudiante pilo le quedaba difícil de sostener.

Las críticas hechas, y recogidas acertadamente por el presidente Duque, también giraron en torno a la deuda histórica del estado colombiano con las universidades públicas, las cuales, por estos días, reclaman mayor inversión. Personajes como Hans Peter Knudsen, rector de la Universidad de Ibagué, y proveniente de la U. del Rosario, coincidieron en criterio con otros tantos académicos como Rodolfo Arango, y Moisés Wasserman, quienes afirmaron que, aunque bienvenidas todas las apuestas para generar cobertura, el programa no fue equitativo y estuvo mal planificado financieramente.

El sustento de dicha afirmación, tiene que ver con que, aunque para los pilos elegidos, el programa era una oportunidad muy grande; para otros tantos jóvenes, que no cuentan con las capacidades o requisitos exigidos que los categoricen como “pilos”, resultaba siendo una forma de exclusión, que en definitiva deberá cambiar.

Lejos está el día en que la educación superior en Colombia sea gratuita para todos, como ocurre en otros países, pero mientras eso sucede, bien recibido será incluso por las mismas universidades privadas, el fortalecimiento de las universidades públicas, y el apoyo de las privadas en programas especiales. Ojalá que en ello, la nueva ministra María Victoria Angulo, no se olvide de las regiones, en especial de donde es oriunda.

REDACCIÓN EDITORIAL

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