Un entorno desastroso

El desplazamiento interno es una realidad inocultable, y quizás peor, puesto que algunos han sido injustos con su propios compatriotas, empezando por los gobiernos, quienes han sido cómplices pasivos de la situación de muchos. No les gustará a muchos, pero ojalá pudiera nuestro país tener las oportunidades que brinda Estados Unidos, el país de los sueños.

Por lo menos desde 1931, año en el que el historiador James Truslow Adams, referenció el famoso Sueño Americano como la materialización de una vida mejor y más rica para todos en Estados Unidos, se ha hablado en el mundo de la posibilidad de llegar al país de la Estatua de la Libertad, conocido por la democracia, los derechos civiles, y las miles de oportunidades en un país capitalista en donde se respeta la propiedad privada, y las esperanzas de ascender y escalar.

Gracias a esa idea que se materializó como un elemento cultural que pudiera ser debatible, teniendo en cuenta que, en los últimos años, la población extranjera en Estados Unidos ha sufrido la arremetida de grupos xenófobos como el Ku Klux Klan e incluso del mismo presidente Trump, actualmente el país del Tío Sam, alcanzó los 43 millones de habitantes provenientes de diferentes partes del mundo, y de esa cifra, el 16% pertenece a latinoamericanos que han llegado a trabajar en diferentes oficios, y que con el paso del tiempo, algunos de ellos, ilegales, han podido acceder a una visa de trabajo o matrimonio, y quedarse allí a hacer una nueva vida, alejada de sus orígenes y raíces.

Por estos días, ese anhelo, conocido en inglés como ‘American Dream’, que incluso ha inspirado series de televisión y películas, se ha hecho mucho más presente, especialmente en países como Venezuela, Nicaragua, Honduras, Cuba y El Salvador. Los gobiernos de los últimos años en dichos países, la mayoría de ellos, (sino son todos) de izquierda, algunos de ellos regímenes y dictaduras, han obligado con represión y violencia a que las personas se desplacen, muchas de ellas, sin nada más que lo que llevan puesto, en las distintas fronteras, y especialmente rumbo a Estados Unidos.

Hoy la situación de inmigración es crítica. Además del gran problema de exilio venezolano, principalmente a Colombia, Perú, Ecuador y Brasil, se han ido sumando recientemente gente nicaragüense que vive con la familia Ortega Murillo un infierno, y a su vez gente de Guatemala que en años anteriores huyeron a México, y que han querido dar el gran salto, también por la pobreza en algunas regiones mexicanas, antes que se materialice la idea del muro que Trump, pareciera, no dar marcha atrás.

Una gran avalancha de inmigrantes, tal y como ocurriera luego de la Segunda Guerra Mundial con los europeos, está en tránsito de llegar y esta vez, a diferencia de lo que ocurriera por ese entonces, las posibilidades de que millares de personas sean recibidas con beneplácito, es mínima, generándose así una crisis peor.

Aunque muchos pudieran decir que en Colombia no hemos llegado a eso. El desplazamiento interno es una realidad inocultable, y quizás peor, puesto que algunos han sido injustos con su propios compatriotas, empezando por los gobiernos, quienes han sido cómplices pasivos de la situación de muchos. No les gustará a muchos, pero ojalá pudiera nuestro país tener las oportunidades que brinda Estados Unidos, el país de los sueños.

REDACCIÓN EDITORIAL

Comentarios