Duque es Duque…

Si bien Duque prometió en campaña no subir impuestos, y unos días sin IVA, cosa que aún no ha quedado muy clara, con la iniciativa de gravar la canasta familiar; aquello era casi imposible que no pasara, teniendo en cuenta la difícil situación fiscal del país, y que tal y como ocurriera en el gobierno pasado, la reforma tributaria terminaría siendo un mal necesario

Evidentemente 100 días es poco tiempo para medir la gestión de un mandatario. No obstante, casi siempre se hace este balance, y más cuando hay un cambio en la línea de poder, como ocurriera en Colombia, luego de ocho años de presidencia de Juan Manuel Santos.

En este primer round de Iván Duque, muchas han sido las críticas recibidas, e incluso antes de posesionarse. El haber sido el candidato de Álvaro Uribe, generó todo tipo de comentarios y pasiones, incluidas las de algunos de sus copartidarios, quienes veían en él, un futuro traicionero, tal y como calificaron a Santos, o una persona demasiado joven para gobernar. Aun así, y cuando mañana se cumplen 100 días de haber recibido la banda presidencial, el panorama viene variando un poco.

Se sabía que temas muy difíciles tenía que enfrentar, y pese a las críticas implacables de muchos, aparentemente ha sabido contrarrestar de manera adecuada. El paro de la educación superior pública, y al que Duque respondió con un acuerdo para aumentar en un billón de pesos el presupuesto, y el tema del proyecto de Ley de Financiamiento, al que todavía le falta definir si se aumentará el IVA a los productos de la canasta familiar, han sido los dos huesos más difíciles de roer en estos primeros tres meses.

Si bien Duque prometió en campaña no subir impuestos, y unos días sin IVA, cosa que aún no ha quedado muy clara, con la iniciativa de gravar la canasta familiar; aquello era casi imposible que no pasara, teniendo en cuenta la difícil situación fiscal del país, y que tal y como ocurriera en el gobierno pasado, la reforma tributaria terminaría siendo un mal necesario, mucho más con Presidente nuevo a bordo.

Pese a ello, lo positivo allí radica en la intención de disminuir de impuestos a las empresas que generan empleo y desarrollo, y el apoyo al sector del agro y a los emprendedores, a través de la llamada Economía Naranja, que ojalá no se convierta en pura espuma.

Tres años largos de periodo le restan a Duque, y por supuesto que está todo por hacer. Acribillar como han hecho algunos periodistas de opinión en Colombia, no es la salida en un país que busca dejar atrás las polarizaciones, mucho más cuando en 100 días, no hay tiempo ni siquiera de aprobar proyectos. Es cierto que le ha quedado mal al Presidente recibir amablemente a Maluma en Casa de Nariño, aun cuando no quiso reunirse con los líderes estudiantiles de las U públicas, y que ha sido medio jovial y fresco con el tema de la pelotica y la guitarra, pero no por ello, se puede satanizar, ni condenar como algunos han hecho.

Duque es Duque, y Uribe es Uribe, y habrá que darle más tiempo antes de decir si es malo, o bueno. Por ahora no queda más que estar vigilantes, y no solo con él, sino con su joven y técnico gabinete, que resulta siendo un plus, por aquello de la renovación.

REDACCIÓN EDITORIAL

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