Ya habíamos catalogado en Colombia a Caterine Ibargüen, como la mujer de la sonrisa más bella del mundo. Pese a que muchos digan que hablar de la belleza de una mujer destacada, pueda parecer sexista; en la idiosincrasia del colombiano decirle “bello” a alguien, es una expresión de afecto y cariño, que no tiene que ver únicamente con lo físico, sino más con lo que irradia y la empatía que logra proyectar.
Justamente, la semana anterior, esa negra bella, que refleja tesón, humildad y verraquera, fue condecorada por la Federación Internacional de Atletismo, como la Mejor Atleta del mundo en el año 2018. El reconocimiento le fue entregado de manos del Príncipe Alberto II de Mónaco, y se convierte en una de las condecoraciones más importantes en la historia del deporte colombiano y latinoamericano, pues con Caterine, son solamente dos personas de nuestro continente, que han recibido dicho premio.
Pese a que Ibargüen, durante los años 2013, 2014, 2015 y 2016, estuvo nominada por su excelente trabajo en los Juegos Olímpicos, su mejor año fue el 2018, en donde logró victoria en Salto Triple en la Liga Diamante de China, victoria en la parada de la Liga Diamante en Noruega, victoria en salto largo en Francia, victoria en parada de la Liga Diamante de Marruecos, entre muchos otros triunfos, uno seguido del otro, y que pusieron los ojos del mundo, en aquella humilde mujer, oriunda de Apartadó Colombia y quien demostró con creces, que cuando se tienen sueños en la vida, solo basta trabajarlos y nunca desfallecer.
Como Caterine, hay cientos de colombianos, trabajando por lograr sus metas, y aunque el apoyo del Estado y los políticos para los deportistas sin “rosca” o padrino es pírrico, a diario nacen cantidades de personas y que al igual que la atleta, dejan el nombre del país en alto. Freddy ‘El Empanadero’ Guarín, Yerry Mina, Carlos ‘El Pescador’ Bacca, entre muchos otros, son ese ejemplo vivo que hay que seguir.
Los sueños se cumplen, y personajes como los mencionados, son los ejemplos y referentes que necesitamos en Colombia, y especialmente en nuestro departamento, pues las cosas importantes de la vida, cuestan mucho más, pero también valen más que conseguir un puesto, o llegar a un cargo público engañando y prometiendo lo que no se va a cumplir.
Desafortunadamente, la honestidad, los esfuerzos, y la humildad no se aprenden en los colegios y las universidades, y es la vida misma, la que se encarga de enseñarle a la gente valores, y la forma de sobreponerse ante las adversidades y curiosamente no es la familia.
No queremos que nos sigan referenciando en el mundo con Pablo Escobar, las guerrillas, los paramilitares, y mucho menos, con los políticos corruptos. Colombianos ejemplares como Caterine Ibargüen hay muchos, y no nos alcanzarían las letras de este editorial para recordarlos: García Márquez, Juanes, James, Falcao, Nairo, entre muchos otros. Es a ellos, a quienes siempre hemos querido ver en las noticias del mundo, así como vimos a Caterine.
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