Profesionales de la salud: sin escudo y sin espada

Los profesionales de la salud ya no quieren ser más los héroes; quieren ser personas sanas y vigorosas para poder emplear todo ese conocimiento en salvar vidas.

La muerte de tres médicos en Colombia tras haberse contagiado de Coronarivus abrió un amplio debate nacional sobre las condiciones en las que profesionales de la salud están enfrentando a un enemigo despiadado. Largas e interminables jornadas de trabajo, ausencia de lugares cómodos para descansar, falta de elementos profesionales de alta tecnología para evitar el contagio y lo que parece más infame: Sueldos muy, muy, precarios frente a tanta responsabilidad.

Amén de lo anterior, muchos de ellos han sido estigmatizados en razón al servicio que prestan y a la dedicación en salvar vidas. Esta semana quedó al desnudo, por ejemplo, que muchos de ellos están contratados a través de cooperativas, bolsas de empleos y que no tienen, en consecuencia, ninguna relación laboral y contractual con la clínica para la que trabajan. Y es lamentable porque, en muchos casos, tampoco tienen afiliación a las Administradoras de Riesgos Profesionales ARL que deberían proveer los elementos de trabajo para evitar infectarse del coronavirus.

Los profesionales de la salud, indiscutiblemente, se han convertido en los héroes en medio de la pandemia. Así haya uno que otro lunar como el del médico en el Policlínico del Olaya en Bogotá, quien llegó de Brasil contagiado, no respetó la cuarentena y a partir de allí infectó a otros cuatro de sus colegas, uno de los cuales murió el pasado fin de semana. Ante la controversia nacional el gobierno decidió que a partir de este miércoles todo el personal médico contará, obligatoriamente, con los elementos de protección. El plazo, por supuesto, se lo fijaron a las ARL que deben cumplir la orden oficial.

En una red social, quien se hace llamar Medicónimo se lamenta que los profesionales de la salud, especialmente los médicos no tienen una agremiación fuerte, de peso, que los defienda, y pone como ejemplo a Fecode, organización sindical que vela por los intereses de los trabajadores de la educación y a través de marchas y plantones ha conquistado beneficios para un servicio esencial. ¿Y no es acaso la salud un servicio esencial que debiera tener toda la protección del Estado? Tal vez, la pena no los ha dejado marchar y eso les ha faltado para un mayor reconocimiento.

Los profesionales de la salud ya no quieren ser más los héroes; quieren ser personas sanas y vigorosas para poder emplear todo ese conocimiento en salvar vidas; porque en esta emergencia de eso se trata, de salvar vidas. Quieren también que no sólo les sigan diciendo que están en la primera línea de contención, sino que los doten de los elementos necesarios para responder; porque como pasaba en el mundo antiguo para ir al frente de la batalla, siempre fue necesario un buen escudo y una afilada espada para combatir al enemigo hasta la muerte.

EL NUEVO DÍA

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