¿No hay liderazgo en el Tolima?

Ya muchos partidos han anunciado que no contarán con candidatos oriundos de esta región para el Senado, así que pasaremos otros cuatro años sin presencia en el escenario nacional.

 

Se avecinan las campañas electorales para la conformación del nuevo Congreso de la República. El Tolima cuenta con seis representantes a la Cámara por circunscripción territorial, pero como el Senado se elige por circunscripción nacional, cada vez hay menos senadores tolimenses. 

Esta realidad representa un retroceso para el Departamento y es una situación que debe preocupar, pues en el concierto nacional, la voz de los senadores es tenida en cuenta por el ejecutivo. 

Las regiones con un buen número de senadores (como los de la costa Caribe, Antioquia, Santander, el Valle y Bogotá) consiguen que sus paisanos ocupen altos cargos en el Gobierno central, son recibidos por el presidente y gracias a ello pueden influir en decisiones para beneficio de sus departamentos.

Por el contrario, los departamentos que no tienen voceros (como el Tolima) son poco escuchados y sus necesidades no son tenidas en cuenta. En épocas de campaña aparecen candidatos foráneos que llegan a nuestra región en busca de sufragantes —con el respaldo de los políticos locales—, que solo recorren los municipios para capturar votos, pero después de elecciones no regresan por estas tierras.

Lo más preocupante para los tolimenses es que no se detectan liderazgos locales que puedan alcanzar los votos necesarios para llegar al Senado y que tengan la suficiente fuerza para que su voz sea atendida en Bogotá.

¿Qué sucede en el Tolima? Faltan políticos que se despojen de sus intereses personalistas y que trabajen en favor de la región; parece ser que entre la clase política dirigente no existen propósitos colectivos ni quien los encarne.

El nefasto clientelismo solo les brinda posibilidades a quienes tienen poderosos respaldos económicos o la inagotable chequera del presupuesto estatal que sirve para promoverlos, y sepultar las ideas de quienes carecen del apoyo de los partidos en el poder; la terrible corrupción ha sembrado la apatía entre los electores independientes que no identifican voceros que los puedan representar; los clanes familiares se tomaron los partidos políticos tradicionales (de allí su desprestigio), circunstancia que no permite que se fomenten los liderazgos auténticos, sino que se otorguen respaldos a sobrinos, hijos, hermanos, cuñados y amigos cercanos del jefe de turno, mientras que las ideas quedan a un lado, y sus promotores son relegados y excluidos.

Ya muchos partidos han anunciado que no contarán con candidatos oriundos de esta región para el Senado, así que pasaremos otros cuatro años sin presencia en el escenario nacional.

 

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