Las ideas brillan por su ausencia en las campañas al Congreso de la República

“La verdad, la objetividad, la tolerancia, el respeto por las ideas ajenas y por la diferencia entre todos debe ser parte importante de los referentes a la hora de definir, entre tantas opciones, el voto al Congreso de la República”.

Desde los tiempos previos al internet ha existido la costumbre en las campañas políticas, sobre todo de parte de aquellas que se sienten derrotados o en peligro de serlo, de difundir mensajes difamatorios o injuriosos contra los rivales, con la esperanza de que de tal forma pueda debilitársele y, por ende, recuperar, de esa manera artificiosa, una opción que sienten en peligro quienes acuden a estas artimañas. Y si así sucedía cuando la distribución de estos mensajes tenía un menor impacto, pues solo se hacían por medio de volantes impresos o graffitis, hoy la situación es mucho más preocupante y descalificadora.

Un ejemplo reciente de hasta dónde pueden llegar estos desmanes que pervierten el ejercicio de la política y atentan frontalmente contra la voluntad popular, esencial en la democracia, es el del plebiscito por la paz en el que, como lo reconoció el propio gerente de la campaña del No, sus estrategias estuvieron todas centradas en la idea de generar confusión y miedo para ir a las urnas. 

Hoy, cuando ya estamos a menos de ocho días de las elecciones del Congreso, la situación es muy similar.

Centenares de candidatos, desde todos los partidos y en prácticamente todas las regiones del país, además de usar el poder de las redes sociales para hacer este juego sucio de mentiras e insultos contra sus contendores, han usado sus espacios publicitarios, especialmente en vallas de gran tamaño, para lanzar falsas acusaciones, dar informaciones mentirosas y hasta impulsar fake news, con el mismo ánimo de destruir al rival, en lugar de, como se espera en toda contienda proselitista, exponer ideas, fijar posiciones sobre aspectos de fondo y orientar debidamente a los electores sobre propuestas o proyectos.

En lugar de esto, en vez de adelantar campañas decentes, constructivas y transparentes, tenemos un contexto político agresivo, volátil y claramente peligroso. Ese ánimo vociferante de algunos candidatos no puede prosperar y seguir distorsionando lo que es en verdad el juego de la política, porque induce al elector al error, deja heridas en los contendores y profundiza aún más la división entre los colombianos. La verdad, la objetividad, la tolerancia, el respeto por las ideas ajenas y por la diferencia entre todos, debe ser parte importante de los referentes a la hora de definir, entre tantas opciones, el voto al Congreso de la República.

Redacción El Nuevo Día.

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