Aunque hay más participación de la mujer en las grandes decisiones, aún existe una brecha que no disminuye

Hoy, por ejemplo, las juntas directivas empresariales siguen siendo mayoritariamente masculinas, así como el trabajo doméstico sigue sin tener remuneración alguna, dos factores evidentes de la persistente desigualdad. 

La conmemoración del Día Internacional de la Mujer nos lleva nuevamente a dar una mirada sobre lo que es hoy y lo que ha sido en los últimos años el proceso de lucha por la igualdad de género, que es punto central en el debate sobre la mujer en el mundo entero, porque es a partir de este presupuesto de equidad que puede determinarse el avance o retroceso de las distintas sociedades, en cuanto al tratamiento de las brechas de género en sus múltiples variables y enfoques.

La igualdad de género, que se consideraba una especie de utopía en la segunda mitad del siglo XX y que se constituyó luego en una causa objetiva en este nuevo siglo, debe verse hoy no simplemente como una aspiración femenina, sino como un paso necesario, y ya casi inexcusable, hacia un porvenir sostenible para todo el tejido social y empresarial. Hombres y mujeres de todas las edades entienden cada vez con más claridad que lo que implica la igualdad es cada vez menos un factor resultante de una confrontación entre sexos, sino que tal aspiración está marcada por el reconocimiento de condiciones esenciales al ser humano como tal.

Sin embargo, a pesar de que ya se advierte en el mundo un avance en estos campos, no podemos pecar de ingenuos y pensar siquiera que estamos cerca de ese mundo igualitario que deberíamos tener, puesto que aún los liderazgos locales y mundiales siguen negándose en altísima proporción a las mujeres que, de esta manera, no ven compensados los espacios ganados en su preparación académica, científica, profesional, con la participación que logran en la dirección de empresas, proyectos o instituciones de gran alcance a nivel mundial.  Hoy, por ejemplo, las juntas directivas empresariales siguen siendo mayoritariamente masculinas, así como el trabajo doméstico sigue sin tener remuneración justa, dos factores evidentes de la persistente desigualdad. 

Las conquistas que han alcanzado movimientos de mujeres de todas las características y en todas las latitudes son numerosas y de importancia capital, pero aún hay un camino largo por recorrer.

Infortunadamente, como lo demuestran las cifras mundiales, la pandemia tuvo consecuencias mucho más devastadoras en el empleo de las mujeres, dados los múltiples roles que cumplen en el hogar e incluso en actividades de índole comunitaria. 

Es difícil entender que aún hoy en el mundo existan países donde la mujer sea considerada aún un ser sin derechos, inferior, víctima. 

Aunque se avanza en el mundo, aún estamos bien lejos de hablar de plena igualdad.

Redacción El Nuevo Día.

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