El impacto de la violencia real y sin contexto

Las cámaras de seguridad son una innovación tecnológica de gran ayuda para combatir la delincuencia, identificar criminales y documentar delitos.

Pero la reproducción sin control, a través de las redes sociales y de los medios masivos de comunicación, de los videos que captan atracos, homicidios y accidentes, se convierten en una transmisión directa y sin filtro de sucesos espantosos que son observados por niños, jóvenes y adultos, sin que medie ninguna clase de contextualización ni análisis.

Uno de los episodios más recientes fue el asesinato que perpetró un sicario en Soacha, quien le disparó a un hombre que estaba en compañía de su pequeña hija pidiendo dulces, y que fue grabado por una cámara de vigilancia. Es muy posible que, gracias a estas imágenes, fueran capturados días más tarde los presuntos responsables. Sin embargo, el video del homicidio fue replicado millones de veces no solo por los noticieros, sino que se multiplicó a través de las redes sociales, sin respeto ni consideración con el sufrimiento de los familiares de la víctima.

Lo mismo sucede con la difusión de videos de asaltos y accidentes. En Ibagué, hace pocos meses se divulgaron profusamente las brutales imágenes de un accidente de tránsito en el que una mujer que iba en moto fue arrollada y perdió uno de sus brazos.

La repetición desmedida de estos videos causa un impacto negativo en la sociedad, especialmente en la nuestra, ya de por sí habituada a múltiples clases de violencia. Algunos de los efectos más inquietantes son los de insensibilizar a los espectadores que los siguen con avidez; aceptar como normales los comportamientos agresivos en las calles y los hogares, y la pérdida de empatía con las víctimas y sus familias que deben ver una y otra vez las acciones que les ocasionan sufrimiento.

Los administradores de redes sociales han tratado de evitar que los contenidos violentos se viralicen, pero este esfuerzo parece no ser suficiente para controlar el fenómeno. Los medios tradicionales de comunicación (radio, prensa, televisión) también tenemos responsabilidad. No se trata de ocultar estas imágenes, que corresponden a hechos noticiosos sobre los cuales hay que informar, pero sí deben estar contextualizadas y acompañadas de explicaciones y, en lugar de repetirlas una y otra vez, exponer el sufrimiento de las víctimas, alentar la solidaridad con las familias y mostrar las repercusiones de estas acciones en las comunidades.

 

 

El Nuevo Día

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