¡Uno de los sitios más espectaculares del Tolima! Belleza, aventura y diversión, oculta entre montañas

El paraíso escondido del Tolima
Crédito: Fotos: Natalia Gualanday / EL NUEVO DÍAEn el Valle Sagrado del Amoyá se observa un bosque de palma de cera, que los antepasados llamaban ‘Árbol del fuego’ y ahora las nuevas generaciones intentan protegerlo.
Luego de los acuerdos de paz, el cabildo indígena Amoyá-La Virginia decidió crear la Ruta Ancestral Pijao con el fin de contar la historia de sus ancestros y mostrar la belleza del Cañón de Las Hermosas.
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con un recorrido que atraviesa gran parte del Cañón de Las Hermosas y bordea el río Amoyá, la comunidad indígena de La Virginia, en Chaparral, se unió para fortalecer la Ruta Ancestral de los Indígenas Pijao, un proyecto de etnoturismo comunitario en el que las personas construyen experiencias a partir de la tradición de este pueblo al sur del Tolima.

Cuenta José Roberto Quijano Muñoz, alcalde Mayor de dicha comunidad indígena, que la idea surgió de una convocatoria hecha por Fontur en 2017 en unos procesos de formación desarrollados con el fin de fortalecer la dinámica ecoturística y etnoturística en el territorio ancestral y tradicional del cabildo.

De esta manera se ha logrado generar una estrategia de integración familiar tanto de las familias indígenas como de las campesinas asentadas en la zona.

Quien inicie este camino ancestral vivirá una experiencia cercana a la tradición del pueblo Pijao. Luego de tomar el bus escalera en la terminal de transportes de Chaparral, que lo llevará hasta la zona conocida como ‘Chispiadero’, se toma el camino usado por los antepasados que conecta la cordillera y el plan.

El turista que ama la aventura, la cultura, el paisajismo y se exige físicamente, podrá disfrutar lo que la naturaleza ofrece: el cambio de sus suelos, vegetación y fauna.

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Las maravillas también se aprecian con sus recursos, la alta cantidad de nacimientos, quebradas y ríos que alimentan el Amoyá, cauce que nace en el Páramo de Las Hermosas y desemboca en el río Saldaña en límites de este municipio al sur del Tolima.

“El territorio ancestral y tradicional del cabildo indígena y otras comunidades siempre va a estar acompañado por el río Amoyá y sus afluentes. Tenemos una riqueza hídrica en esta región y con un ecosistema conservado en más de un 80 % ya que hay actividad humana”, indicó Roberto Quijano.

El sendero lo lleva hasta El Salado, denominado así por la salinidad de sus aguas y porque los ancestros extraían este mineral para realizar sus trueques.

En El Salado se tiene la posibilidad de compartir la gastronomía local y luego continuar hasta el corregimiento San José de Las Hermosas, un punto que hace algunos años, antes de la firma de la paz, no podía ser visitado por turistas. 

“El mayor activo intangible para el territorio ha sido la firma del acuerdo de paz, ya que muchas de las actividades que hoy en día se realizan con toda tranquilidad y seguridad es gracias a ello, ya que no se sufre la zozobra y el miedo a los combates que se veían cada semana.

“Estas tierras desde la Conquista han sido afectadas por conflictos y se extendieron por años, ahora queremos disfrutar y ojalá en los próximos años conservar esa misma tranquilidad, esa misma paz y se pueda fortalecer económicamente”, añadió Quijano Muñoz. 

Y es que durante el camino se recuerdan algunos casos de la violencia, historias aterradoras que generaron desplazamientos, sangre derramada y escenas, según cuentan ahora, de cuerpos colgados y a la espera de que se desprendieran por sí mismos o incluso ser lanzados al que los grupos al margen de la ley llamaban ‘El Espumoso’, río Amoyá.

Al avanzar hacia el Valle Sagrado del Amoyá, el paisaje continúa su transformación; empiezan a aparecer palmas de cera de la especie Alpinum, así como diversidad de aves, pues el Cañón de Las Hermosas tiene como especie emblemática el gallito de las rocas (Rupícola Peruviana).

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Pero también se ven los mochileros, y por ende, los nidos particulares de estas aves que cuelgan en las palmas. También hay mirlas, azulejos, falsos alcaravanes, entre otras aves.  

“Varía por la transición de los bosques, que pasan por el húmedo, seco, alto andino hasta el de niebla y la transición al páramo; un ecosistema consolidado y con la conservación de palma de cera en al menos un 80 %, hallándose las variedades Alpinum y Ceroxilum Quindiuense. 

“La palma no se ha caracterizado totalmente en esta zona por parte de centros de investigación, pero sí lo hizo el Instituto Von Humboldt, por lo que se cree que hay más de un millón de estas plantas que los indígenas denominamos ‘Árbol del Fuego’, explicó José Roberto.

También se empiezan a ver los vestigios de los indígenas Pijao con las terrazas históricas, los espacios adecuados por la tribu como hogares, lo que muestra cómo vivía una familia indígena en la cordillera.

La Ruta Ancestral de los Pijaos está ideada para quienes aman el senderismo, quieren conocer historias de los ancestros, enamorarse más de nuestros paisajes y por supuesto conservarlos, porque quien visita la montaña debe bajar todo lo que sube, es decir, no dejar basura en los lugares.

“Aquí están las puertas abiertas para todo tipo de turista, pero especialmente aquel que le guste el turismo de aventura, el turismo cultural, de paisajismo y adicionalmente por la exigencia física que tiene el recorrido, son aquellas personas que tienen ciertas capacidades físicas para realizar este recorrido”, puntualizó Roberto Quijano.

 

En enero y a mitad de año, los indígenas llegan hasta el páramo, al punto de las lagunas, donde toman posesión las autoridades. 

 

Árbol de Fuego

 

Para los indígenas, la palma de cera (Ceroxilum Quindiuense) era conocido como el Árbol del Fuego y por ende era sagrado, pues gracias a su combustión, les permitía iniciar el fuego a los ancestros y de esta manera sobrevivir con el calor en los hogares y la cocción de los alimentos.  

 

 

 

ANTONIO OLIVEROS 

 

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