Inequidades y brechas en la oferta de educación en zonas rurales del Tolima

Crédito: Colprensa / EL NUEVO DÍA
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Tres mil 266 estudiantes menos se matricularon en escuelas rurales en el Tolima entre 2019 y 2022.
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El concepto de ruralidad se ha transformado con el tiempo, no ha ocurrido lo mismo en la forma como ha evolucionado el estado de bienestar de la población residente en las zonas rurales. 

“En la percepción común, lo rural se define por oposición a lo urbano asimilando este último a la vida en la ciudad bajo el paradigma de la industrialización y la modernización. Lo rural, en contraste, es la vida en el campo entendida como sinónimo de atraso, de tradición, de localismo”, lo define el investigador de la Universidad Pedagógica, Luis Ramiro López (2016). 

Para la vida en las zonas rurales sigue parcialmente este paradigma que ha cambiado paulatinamente, gracias al acceso a la información que tienen sus habitantes y al uso de medios tecnológicos, así no lleguen a su utilización general. 

López complementa, “los análisis actuales de lo rural dan cuenta de fenómenos nuevos: se trata de un sector rural con más relaciones con el mundo urbano por influencia de los medios de comunicación y un encadenamiento vial y de transporte más extenso, relación con los mercados, mayor uso de la tecnología y la relación estrecha de las familias rurales con miembros suyos ya asentados en las ciudades”. 

La inequidad y la baja calidad educativa es mayor en el ámbito rural.  

Las denominadas brechas educativas que persisten entre los establecimientos educativos ubicados en las zonas urbanas y las rurales, se han ampliado como consecuencia de los efectos e impacto de la pandemia del Covid - 19, las funciones básicas de la escuela pasaron a los hogares, durante el tiempo en que la emergencia sanitaria tuvo su vigencia relevante. 

Los padres asumieron un rol más significativo como educadores primarios, con todas sus deficiencias de formación y carencia de recursos tecnológicos para atender las tareas educativas.

En síntesis, el impacto de la pandemia se sumó a los déficit que han caracterizado la oferta educativa en las zonas rurales. 

Las cifras y los hechos nos dicen que las diferencias se ha acrecentado en cuanto a la calidad de los aprendizajes, entre establecimiento urbanos y los rurales; la brecha digital se hace más visible e incrementa la desigualdad educativa, tanto es que el acceso a internet, que es vital para el desarrollo de los planes de estudio, en Colombia se estima con una cobertura del 38%.

Los resultados de las pruebas Saber 11 que presentan los estudiantes del grado Once en los pocos establecimientos educativos oficiales que llegan hasta este grado del bachillerato, a pesar de la pandemia, en cuanto al puntaje global promedio en las zonas rurales se mantuvo  constante al comparar el de 2019 con el de 2020 en el país.

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Sin garantías

El Estado en las diferentes entidades territoriales (Departamentos y municipios), no cumple ni garantiza el derecho a la educación de infantes y adolescentes, en cuanto a la oferta educativa en las zonas rurales. 

Niños, niñas y jóvenes de la zona rural, son sujetos de especial protección en cuanto al Estado le corresponde hacer asequible la educación, a través de la infraestructura y dotación adecuada.

También, debe hacer las inversiones presupuestales requeridas, pero, principalmente vincular los docentes que se requieran, sin tener en cuenta las relaciones técnicas de docentes por estudiante exigibles en zonas urbanas.

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El decrecimiento de la matrícula 

 

La Nación hace mayores transferencias a través del Sistema General de Participaciones (SGP), por cada estudiante matriculado en los establecimientos educativos oficiales ubicados en zonas rurales. 

Sin embargo, la matrícula cayó en el equivalente del 4.4% entre el 2019, antes de la pandemia y el 2022, cifra que equivale a 3.266 estudiantes menos en este período. Eran 74.700 los menores  matriculados en 2019, de ellos  6.875 en Ibagué, cifra que pasó a ser de 71.434 en el 2022, de ellos 6.651 en la capital tolimense.

En las zonas rurales, las escuelas multigrado operan con un docente a quien le corresponde orientar los aprendizajes de dos a 25 estudiantes, para el desarrollo de las nueve áreas obligatorias del plan de estudios a las que se suman las cátedras y proyectos pedagógicos obligatorios. De tal manera que deberá responder por la enseñanza del inglés, así no tenga formación para su enseñanza.

El Ministerio de Educación Nacional de Colombia ha propiciado la implementación de por lo menos siete modelos o metodologías apropiadas para el desarrollo curricular en las zonas rurales: Aceleración del Aprendizaje, Postprimaria, Telesecundaria, Servicio de Educación Rural, SER; Programa de Educación Continuada, Cafam; Sistema de Aprendizaje Tutorial, SAT y Escuela Nueva. 

En el Tolima, según datos del Dane (2021), el total de estudiantes que aprenden bajo el desarrollo de metodologías flexibles llega a la cifra de 38.525, de ellos 2.414 en Ibagué, de acuerdo con cifras del Dane (2022).

La metodología de Escuela Nueva  es apropiada para las sedes rurales multigrado, en zonas rurales dispersas.

Con preocupación se establece que el modelo educativo tradicional se aplica en el 69 por ciento de los estudiantes del Tolima, situación que amerita el desarrollo de transformaciones curriculares distintas, en las cuales el estudiante sea protagonista de cuanto se aprende en las aulas, en desarrollo de una estrategia de pertinencia educativa y pertinencia  curricular. 

“El modelo educativo de educación tradicional representa el 69% (102.601) del total de matrícula y los modelos flexibles representan el 31 %. 

“De los modelos flexibles, Escuela Nueva es el que más estudiantes registra con 31.104 alumnos que representa el 21% del total de la matrícula, seguido de post primaria con 6.631(4%), programa para jóvenes en extra edad y adultos con 4.856 (3%) estudiantes y media rural con 1.602 que representa el 1 % del total de la matricula oficial”, dice el documento llamado “Caracterización y perfil del sector educativo” (2020).

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Credito
Luis Eduardo Chamorro Rodríguez - Especial para El Nuevo Día

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