“Nos fue muy bien, pero infortunadamente no nos trajimos el título, que se quedó para el Meta”. Así resumió su participación en el Reinado Nacional de la Ganadería, la candidata por el Tolima, Edna Magaly Ayala Hernández.

Y es que la corona nacional recayó en Jeymy Lizeth Silvestre Gámez, y la internacional en Gabrielle Vilela de Souza, de Brasil. Sin embargo, la beldad pijao no regresó a su tierra con las manos vacías pues obtuvo uno de los reconocimientos del certamen, el premio de María Varilla, que la acredita como la mejor bailadora de fandango, distinción que en 2012 trajo su antecesora María Alejandra Viana.

En su presentación dancística impresionó a los espectadores al ser la única candidata, entre las 14 en competencia, que bailó perfecto con las velas encendidas y sobre su cabeza. 

“Este es un premio que se le otorga a la mejor presentación de fandango o porro, los bailes tradicionales de la capital de Córdoba, que nos acogió durante los reinados nacional e internacional”, explicó orgullosa Ayala Hernández.

Meritoria distinción

Según contó, en este reinado, donde la belleza de las beldades debe ir acompañada de preparación intelectual, armonía espiritual, mucho conocimiento sobre la producción ganadera y habilidad para la danza, puso su empeño en traerse la corona, pero la disputa fue difícil, impidiéndole ingresar al ramillete real, conformado por las candidatas de Risaralda, Arauca y Meta, esta última que se colgó la joya real.

“Me siento feliz y satisfecha porque hice una notoria participación y la gente me mostró cariño”, indicó la comunicadora social  y magíster en Dirección Comercial y Marketing.Su beneplácito se desprende al ser exaltada por su buena ejecución del fandango, un baile en el que agitó rítmicamente sus caderas.

“Esta competencia es algo complejo porque no hay ninguna preparación previa con el parejo sino que se montan unos juegos coreográficos en pleno escenario”, mencionó al referirse a la presentación de fandango, para la  cual se preparó por más de 15 días contando con el apoyo de la bailarina Yuliana Ospina, y aplicando estos conocimientos en cada momento libre.

“Cuando estaba fuera del trabajo toda la música que escuchaba la bailaba como si fuera  fandango”, y esta rutina sí que le sirvió ya que en  Montería logró compenetrarse en la danza al parejo designado como si llevaran tiempo de conocerse.

De acuerdo con el beldad lograron hacer cuadros, óvalos y el bello coqueteo de falda, y mientras las demás candidatas bailaban con las velas en su mano derecha ella se anotó ‘un gol’ al poder sostener el fuego sobre la cabeza, manteniendo siempre actitud de coquetería elegante y conquista respetuosa, siguiéndole el ritmo a la papayera.