Tal vez no fuimos 600 los músicos en esa gran tarima que desde el miércoles generaba sin igual expectativa entre quienes pasaban por la plaza Manuel Murillo Toro, pero suficiente fue saber que casi 400 niños, jóvenes y adultos nos fundíamos en una sola alma con miles de espectadores.

Así transcurrió el tan esperado Toque por Ibagué, una iniciativa que tomaba fuerza al saber que surgía de esfuerzos independientes, como el de la saxofonista Érika Santamaría, quien con su esposo, desde el inicio, se propuso el que este acto dejara huella entre la comunidad.

“Somos la Capital Musical y eso no lo cambia nadie, nadie, y eso nunca lo vamos a permitir”, dijo en un enérgico discurso la artista y gestora de esta presentación, quien al término de esta presentación no ahorró elogios para quienes aceptaron la invitación colectiva.

“Quiero hacer un llamado a la cultura, y a todos como comunidad para que apoyen a sus artistas, estos son sus artistas, una porción de sus artistas. Lo que ustedes acaban de escuchar lleva años de estudio, dedicación, esfuerzo y trabajo duro”, reforzó.

Uno a uno: los momentos

Y la expectativa mayor fue al comienzo. De una y otra esquinas iban llegando al escenario los cientos de invitados a esta fiesta, coreando ‘Colombia, mi tierra, mi gente’, un porro compuesto por el maestro Ángel Alberto Romero para esta ocasión.

Los miles de espectadores recibían con aplausos esta marcha, tipo ‘flash mob’, distribuida por familias de instrumentos y voces, que hacia las 5:30 de la tarde invadían de a poco cada espacio con el mensaje particular de la tarde.

Dirigidos en franjas diversas por los maestros Ángel Romero, Édgar Gallego, Noel Charry y Reynaldo Murillo, la banda y el coro integrados para la ocasión iban entonando melodías universales y otras con el arraigo del tolimense y el colombiano.

Así pasaban en un solo pentagrama ‘Pueblito viejo’, ‘We will rock you’, ‘We are the champion’, ‘Soy colombiano’, ‘Ibagué’, ‘El barcino’, ‘Cali, pachanguero’, ‘Colombia, mi tierra, mi gente’, ‘Luervel’ (rock bambuco que compuso el maestro Édgar Gallego) y un divertido mosaico guascarrilero.

Para el final, y después del ‘Sanjuanero ibaguereño’, de Aureliano Lucena, se mostró un corto video de ‘evangelización’ hacia el apoyo de la música, momento al que precedió la entonación colectiva del Bunde tolimense, para cerrar esa noche llena de notas por una grandiosa causa.