Jericó, el infinito vuelo de los días, ganó en Tolouse

SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
La señora hace arepas, de la misma manera como muchas abuelas paisas hacían arepas: moliendo el maíz, amasando, armándolas a mano. Ahí está la abuela, dirían los paisas, con las lágrimas listas para salir. Son los recuerdos de la niñez puestos en una película.

Para los no paisas, puede ser en cambio, la vida cotidiana de un pueblo antioqueño, de Colombia, en el que unas señoras van contando sus historias: la vida que pasa.

Jericó, el infinito vuelo de los días, es un trabajo de la cineasta Catalina Mesa en el que cuenta esas vidas, y con el que este viernes recibió tres premios en el Festival del Cinelatino de Toulouse: el de mejor documental, el del público y una mención del premio Signis. Los tres galardones posibles, dijo ella.

“Es a partir de los encuentros que emerge su realidad y que me dieron sus espacios íntimos, ellas me liberan su sabiduría, sus historias íntimas de vida, sus dolores y sus humores, y finalmente nos libran sus pepitas de sabiduría de la vida”, señaló a la AFP la directora colombiana, antes de recibir el premio.

El documental

Catalina eligió a nueve mujeres para que contaran sus historias, que tienen momentos felices y amargos, al mismo tiempo.

Las eligió entre veinte candidatas, con la ayuda de Roberto Ojalvo, director del Museo Maja en Jericó, que la contactó a su vez con Nelson Restrepo, director del Centro de Historia. A él lo llamó “la llave de oro de los encuentros”. Para ella fue un reencuentro con campesinas, con su pasado (su tía-abuela vivió allí) y, por supuesto, con su presente: aprendió a tomar hasta tinto.

Un trabajo que hizo conversando con las mujeres que van narrando su intimidad en el documental, que está en el límite con la ficción, no por las historias, sino por el cómo se cuenta. Si es documental o no, es una de las preguntas que se hace Catalina con su ópera prima. Al fin y al cabo, ella fue creando la cinta con la vida: si de pronto estaba con una de las mujeres y llegaba la vecina, pues había que pensar si a la vecina también había que meterla en la historia.

Una mirada muy de ella, que Samuel Castro, crítico de El Colombiano, describió en su columna el 12 de noviembre de 2016: “Hay una mirada personal (que es en últimas lo que uno espera de un director de cine), asombrada y asombrosa, que nos obliga a que observemos con atención, usando unos planos cuidadosamente pensados desde lo estético (cosa inusual entre muchos documentalistas)”.

Con ese trabajo, ahí va Catalina llevando a Jericó por el mundo. Ahora está en Francia, con el premio en Toulouse.

El festival, que se celebra en el suroeste de Francia, entre el 17 y el 26 de marzo, premió así el retrato de la realidad cotidiana de las mujeres en un pueblo típico de Antioquia, en el noroeste de Colombia.

Credito
COLPRENSA

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