“Todo el mundo tiene una guerra cercana a su realidad”

TOMADA DE INTERNET - EL NUEVO DÍA
El escritor español Ray Loriga habla acerca de ‘Rendición’, la novela con que ganó el Premio de Novela Alfaguara 2017, y que sirve de celebración en sus 25 años de trayectoria.

La guerra se acerca, todo parecía que estaba bien mientras que las víctimas fueran familiares o amigos de otros, pero cuando las bombas retumban al lado del pueblo, todo se hace negociable en búsqueda de protección.

Es la visión de los personajes de ‘Rendición’, el nuevo libro del escritor español Ray Loriga, con la que obtuvo el Premio Alfaguara de Novela, por lo que cumple una apretada agenda de promoción recorriendo 12 países para hablar sobre esta fábula en la que reflexiona sobre estos tiempos, cuando la intimidad es un acto público y la identidad se halla en riesgo.

Cumple 25 años de estar publicando sus libros, con textos como ‘Lo peor de todo’ (1992), ‘Héroes’ (1993), ‘Caídos del cielo’ (1995), ‘Tokio ya no nos quiere’ (1999), ‘Trífero’ (2000 y 2014), ‘El hombre que inventó Manhattan’ (2004), y ‘Za Za, emperador de Ibiza’ (2014).

Con una obra literaria, traducida a 14 idiomas, también ha desarrollado guiones cinematográficos, con colaboraciones para Pedro Almodóvar y Carlos Saura, así como la dirección de sus propias películas: ‘La pistola de mi hermano’, una adaptación de su novela ‘Caídos del cielo’, y ‘Teresa, el cuerpo de Cristo’.

 

El galardón

-¿Cumple una extensa gira con el Premio Alfaguara de Novela?

Es como estar de gira con una banda de rock pero solo, sin música (risas). Es una gira de las que ya no se hacen, con 12 países en total desarrollada en dos tramos, que culminará en la Feria Internacional del Libro de Bogotá.

-¿Cómo ha sido recibida por sus lectores?

El libro lleva un poco más de dos meses en las librerías, y me he encontrado con que los lectores hacen lecturas muy parecidas, pero luego viene una comprensión distinta, todo dependiendo de las realidades de cada país.

Al ser una novela simbólica, donde no se dice qué país es o en qué guerra, pues todo el mundo tiene una guerra cercana a su realidad. A veces dolorosamente más cercana; y en otras, un poco más lejana, con conflictos entre desplazamientos con cambios y nuevas adaptaciones, permite la posibilidad de otras lecturas.

-¿Es una novela íntima?

Es una novela escrita desde un punto de vista muy personal, más que íntimo, porque todo lo sabemos a través de los rumores que se desarrollan en la cabeza del narrador, y así la gente se va dando cuenta de que no es una novela de guerra: se trata de las consecuencias de la guerra.

Es una historia de la traslación personal, de cómo pensamos que somos algo porque ya tenemos un contexto a nuestro alrededor, pero cuando todo esto se va al garete, tenemos que empezar a reidentificarnos y pensar en quiénes éramos.

-¿Cómo ha sido recibida en España, donde cada vez sienten las consecuencias de la guerra y el hambre en África?

Nos negamos a que nos toquen. Ni siquiera estamos cumpliendo con los cupos de las ayudas a refugiados, que eran muy pequeños y cada quien quiere evadir su responsabilidad y no se quiere buscar solucionar el problema, por lo que buscamos sentir que esa guerra no tiene nada que ver con nosotros.

No pensé en algún momento en esta situación, a la hora de escribir la novela, porque la inicié hace siete años... Me tomó bastante tiempo en escribirla, pero todas las guerras son desgraciadamente idénticas.

-¿Por qué tanto tiempo?

En medio de ella la dejé y escribí otra novela, para luego retomarla y la dejé enfriar un tiempo porque le había dado muchas herramientas al personaje, algo que era un alto riesgo, así que necesitaba de su tiempo para el desarrollo.

-¿Ya le había ocurrido esto?

Es la primera vez que me sucede esto. Me funcionó de manera natural, porque en la mitad escribí una novela con un tono completamente distinto, con mucho humor, más mundana, disparatada y cosmopolita que sucede en Ibiza, un ambiente completamente distinto al rural que se vive en ‘Rendición’.

Me sirvió para proteger la novela y cumplir un viejo sueño, no del todo porque eso es imposible, que es volver a un texto tuyo como si no lo hubieras escrito tú. La distancia te permite una lectura más profunda.

-¿Cómo es su quehacer como escritor?

Existen unas dosis de oficio y más, como en mi caso, que llevas 25 años de escritura, pero cada día inicias una nueva batalla para convencerte de que eres escritor y poder escribir las siguientes páginas de tu libro. Ahí está la lucha, lo que es bueno, porque para escribir se necesita la sensación de vértigo, de lo contrario algo falla.

 

El primer paso

-¿Cómo surge la idea de esta novela?

 Es una reflexión sobre la paternidad, donde uno hace lo mejor que puede y a veces falla, pero siempre te queda la duda de quién vivirá ahí adentro, bajo el espejismo de conocerlos muy bien, pero siempre con la duda.

Todo surgió de un rumor en mi cabeza cuando estaba buscando un tono, una voz distinta a lo que había hecho antes, y empecé a escribir las primeras 15 páginas, que salieron de un solo tirón y siempre han permanecido igual, donde estaba el germen de todo, con el personaje que relata la historia, la guerra cada vez más cerca, la hacienda que va muriendo, la espera de las noticias de los hijos que nunca llegan y la aparición de un niño en el bosque, con la amenaza del traslado.

-¿Y la Ciudad Transparente a la cual los protagonistas son trasladados...

 Es algo muy humano. El hombre va entregando cada una de sus cosas, por seguridad, hasta el límite, en la novela, de quemar su propia casa familiar, donde esperaban morir allí y que heredarían sus hijos. A cambio de protección, en especial para el niño que llegó a sus vidas.

Es algo que nos ocurre todo el tiempo. Vamos a votar semi convencidos de que lo haremos por la mejor opción y lo peor que nos ocurre es que nos hemos equivocado profundamente y la culpa es nuestra.

-¿Vivimos en una ciudad transparente?

Es una reflexión sobre los tiempos que vivimos. La intimidad es una de las capas últimas más próximas a la identidad, y antes uno en casa cerraba cortinas para que el vecino no viera qué hacíamos, así no estuvieras haciendo algo malo, simplemente no querías que te vieran comiendo o viendo la tele.

Todo esto en los últimos diez años ha dado un giro radical, porque nadie es capaz de hacer algo sin contarlo a alguien, lo que me sorprende este nuevo paradigma de relación social, contrario a lo que habíamos vivido por siglos, guardando la privacidad, y lo peor, lo hacemos sin que nos obliguen, contando desde lo más superficial y opinando a cada rato de todo sin reflexión. Teniendo miles de amigos imaginarios en las redes y no sabes quiénes son.

A todos les parece normal, porque todo el mundo lo hace, pero a mí me parece una cosa de locos, porque ahora, quien cierra las cortinas en casa es el loco, es el sospechoso, porque seguramente, dice la gente, tiene algo que ocular.

-La transparencia no siempre es buena…

Creer que la transparencia en una sociedad es buena implica que estamos poniendo en riesgo la intimidad, y por ende, la identidad de las personas, lo que es delicado.

-¿Ha vuelto a trabajar para cine?

Tengo un guión que ahora está rodando el director Agustín Villaronga que terminará en agosto, y vengo trabajando una novela que por la promoción del Premio Alfaguara de Novela la he dejado por un tiempo.

-¿Cómo es la relación entre la escritura literaria y la escritura para cine?

Es complicado vivir de la novela y el guión económicamente protege el trabajo de novelista y además me gusta mucho, que suelo hacer por encargo, liberándome de mis propios mundos y la tiranía del novelista, porque en una novela solo mandas tú.

Credito
COLPRENSA

Comentarios