¿Cómo superar las frustraciones?

Cuando no alcanzamos los objetivos que nos hemos propuesto y por los que hemos luchado nos llenamos de ansiedades, rabias, depresiones y angustias. ¡Es preciso no dejarnos llevar por la frustración!

La imposibilidad de satisfacer nuestros deseos y el hecho de no alcanzar las anheladas metas, como es apenas obvio, nos despiertan sentimientos de decepción.

El impacto que una frustración genera sobre nuestro estado de ánimo suele ser devastador, entre otras cosas, porque nos despierta episodios de ansiedad, rabia, melancolía y depresión.

Lo más aterrador es que el no lograr nuestros propósitos nos bloquea al punto que, en más de una ocasión, pensamos en ‘tirar la toalla’.

A medida que percibimos que es cada vez más difícil tener éxito en algo que nos fijamos, aumenta la sensación de fracaso.

Sentirnos frustrados es algo así como tener delante de nosotros un inmenso muro que nos impide avanzar. Eso, de alguna forma, hace que nuestra autoestima se vaya a pique.

Lo peor es que esa sensación de impotencia termina por obnubilar nuestra mente y empezamos a sentir que somos ‘unos buenos para nada’.

Sobreponerse a esta barrera es un asunto que va atado a nuestra madurez emocional. Es decir, si no sabemos asimilar ese tipo de sensaciones y además vamos acumulando derrotas, una tras otra, difícilmente podremos ‘salir a flote’.

Siempre he creído que todos debemos blindarnos ante un posible caso de frustración.

Por ejemplo, siempre es clave tener una especie de ‘plan extra’ para no frenar en seco ante cualquier eventualidad que nos depare la vida.

Contar con esa ‘reserva’ o esa especie de ‘respirador’ nos permitirá afrontar mejor las circunstancias adversas y, de manera especial, nos dará un rayo de esperanza que nos evitará desistir.

También deberíamos asimilar que, tratándose de nuestros proyectos, no todo es para ya. A veces la inmediatez hace que trastabillemos.

Es preciso no alimentar la idea de ser perfeccionistas. Es claro que hay que hacer bien las cosas, pero también existe un margen de error.

Nos hace falta comprender que cualquier caída, más allá del tropiezo, es una valiosa señal o un aviso que nos pone alerta y que nos lleva a realizar ajustes en la estrategia que estemos empleando.

Por último, deberíamos tener presente que, con alguna frecuencia, las cosas ‘no son ni se dan como quisiéramos’ y se vale corregir o reconstruir sobre el camino.

Una importante precisión: Considero necesario asimilar que, si algo nos produce una frustración profunda y no sabemos cómo superarla es aconsejable someternos a un tratamiento terapéutico.

Credito
EUCLIDES KILÔ ARDILA

Comentarios