Rándal, el pianista que venció el “no”

John Rándal Ortiz es un pianista que se dio cuenta de su talento cuando tenía 18 años, edad tardía para iniciar en el piano, según le dijeron. Pese a eso y gracias a su disciplina, está próximo a dar un recital en Salzburgo, Viena, la cuna de Mozart.

El día que John Rándal Ortiz tocó por primera vez un teclado tenía 11 años. Había visto un comercial de televisión donde se promocionaba una organeta marca Casio y supo que ese era el regalo que pediría para Navidad.

Una vez tuvo el instrumento en sus manos empezó a sacar melodías a oído porque no tenía idea de música y su familia tampoco.

Contaba las teclas para memorizar que en la número 48 empezaba cierta canción, en la 80 otra y ambas terminaban en la 20.

Así hasta que cuatro años después tuvo su primer profesor.

“Para ser un buen pianista se necesitan dos cosas, una influencia desde muy niño y también empezar a tocar desde pequeño. Yo no tuve la primera y tampoco hice la segunda”, asegura Rándal.

Cuenta que cuando decidió que quería ser pianista muchos profesionales en el tema le dijeron que no inventara, que iba tarde, pues los mejores a nivel nacional e internacional iniciaron incluso antes de los seis años.

A él no le importó y hoy, después de muchos no y varias caídas siente que todo ha valido la pena. El próximo 8 de julio fue invitado no solo a tocar en la ceremonia de premiación del Internacional Music Competition Salzburg Grand Prize Virtuoso 2018, sino a recibir su premio: tercer puesto entre cientos de competidores de todo el mundo, no solo de piano, sino de instrumentos de cuerda, viento, cantantes y más.

 

Nace un artista

Luego de escuchar La Polonesa Heroica, de Chopin, la primera melodía de música clásica que escuchó cuanto tenía más o menos 15 años y ya estaba tocando algunas clases de organeta, Rándal empezó a cuestionarse cómo era posible que con dos manos se pudiera producir tan increíble melodía.

Le preguntó a su profesor de teclado, quien solo pudo decirle que hasta ahí llegaba él y que no tenía nada más para darle.

Después de prestar el servicio militar decidió que quería estudiar Música en la Universidad Industrial de Santander, con el fin de aprender piano.

En la audición, que definía si era aceptado o no, se sentó frente al piano y no pudo tocar nada. Era su segunda vez frente a un piano de verdad y su manos decidieron no moverse.

Como un milagro, dice, fue enterarse de que había pasado y sería admitido por el profesor Jairo Calderón Herrera, miembro fundador de la Facultad de Música de la UIS y declarado fuera de concurso en competencias nacionales al inicio de su carrera.

Él, quien apenas tenía una estudiante debido a su nivel de exigencia, le dio un semestre de prueba y le dijo que había niños de seis años que le llevaban años luz con el piano, por lo tanto debía exigirse el triple.

En la primera clase le enseñó a sentarse y de ahí en adelante todo lo demás. Más adelante le confesó que antes de que él audicionara lo había escuchado tocar el teclado durante la inducción y supo que tenía algo bueno en sus manos.

Rándal estudiaba de día, de noche, de madrugada y se atrasó en las demás clases porque solo vivía para el piano.

Cuatro años y muchas materias atrasadas después decidió participar en el Concurso Nacional de Piano que se realizaba en el marco del Festival Internacional de Piano, pese a que muchas personas le dijeron que aún no tenía el potencial.

Se convirtió en el primer estudiante de piano de la UIS en presentarse a la competencia. No pasó a la siguiente ronda, pero conoció a quien sería su próximo maestro: el venezolano David Ascanio, pianista de renombre internacional y jurado de varios certámenes.

Rándal se fue para Venezuela y aprendió todo lo que pudo. Fue docente en el vecino país y luego volvió a Colombia a hacer lo mismo en los cursos de Extensión de la UIS y en empresas privadas hasta que se dio cuenta de que para crecer como músico debía dejar de vivir de la docencia y dedicarse al negocio de su familia, pues solo así tendría tiempo de calidad para seguir aprendiendo y practicando.

 

“El arte de verdad no es un negocio”

Cuando Rándal se sienta frente a un piano para dar un recital no se sienta, toca, se para y se va.

“Eso es egoísta, ¿sabes? El público no está obligado a conocer lo que vas a tocar y, por lo tanto, si quieres que la música le llegue a todos es indispensable hablar, contarles sobre la obra, la historia, lo que cuentan tus manos cuando se mueven, explicarles que hay diferentes partes y que todas cuentan algo”, menciona el pianista mientras se ubica frente al piano, el suyo, el que lleva con él 10 años, y el que cuida como si fuera una parte de él.

Cierra los ojos y antes de empezar a tocar dice que la obra que va a interpretar tiene tres partes. Explica que al principio la mano derecha es la que va a hacer el trabajo y que luego la mano izquierda va a imitarla unos tonos más arriba.

 

Hace la demostración

“Tensión... y resuelve... tensión... y resuelve”, dice en voz baja queriendo dar a entender los picos por los que pasa una y otra vez la melodía.

Entonces empieza a tocar una obra de Johann Sebastian Bach, su compositor favorito. A medida que lo hace, se pueden identificar las partes que hace un momento explicó y entonces es imposible pensar en otra cosa.

“De eso se trata, la idea es que esto no sea ajeno para nadie, sino que nos transporte a todos”.

 

¿Lo más difícil?

“Vivir de la música. No solo acá. Hace años entró en huelga la Filarmónica de Berlín, una de las más importantes del mundo por problemas de presupuesto. Si sucede allá, acá es peor. Para vivir de la música hay que estar es en la docencia, crear escuelas de música privadas que muchas veces lo que hacen es mantener felices a los que pagan, los papás, y entonces ahí se pierde el proceso artístico porque se necesita es que el niño toque algo que le guste al papá, para que este siga animado y siga pagando, entonces la exigencia y la disciplina que necesita el arte, se pierde. El arte de verdad no es un negocio rentable”, responde.

Para ir a Salzburgo, en Viena, a recibir el premio por el que tanto ha luchado, el artista dará un recital el próximo 30 de junio con el fin de recoger algunos aportes.

Dice que el apoyo tanto público como privado para los músicos es tan limitado que espera contar con la ayuda de los ciudadanos.

 

Los logros de Rándal

1 Mención de honor en el Concurso Nacional de Piano (B/manga 2005)

2 Estreno de la obra “Elegía para un instante”, con la Orquesta Filarmónica de Venezuela.

3 Concierto en Fa menor de Bach en el Foro Latinoamericano de Educación Musical (Brasil, 2016).

4 Mención de honor en la competencia internacional Rising Stars Grand Prix en Berlín.

Credito
IRINA YUSSEFF MUJICA

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