Contrapunto: La pintura como reflejo del neobarroco-posmoderno

SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
El artista ibaguereño Darío Ortiz presenta en su obra una narrativa en la que fusiona épocas, lugares y personajes, alternando distintos planos de forma cuidadosa en la composición y el concepto, cuyo resultado deviene en ocasiones a las grandes obras maestras de la pintura universal.

Contrapunto: Es una palabra que viene de la música, es una técnica de improvisación y composición que evalúa la relación existente entre dos o más voces independientes con la finalidad de obtener cierto equilibrio armónico.

Es un concepto que extrapolado a la pintura de Darío Ortiz y en especial a las obras presentes en esta curaduría, sirve para explicar la intención del artista al situar elementos y ropajes de épocas muy lejanas en el tiempo, al hacer citas precisas de pintores del pasado junto a modelos de su propia cotidianidad y al poner a dialogar sus composiciones junto a grandes retratos que hablan de su cultura e identidad.

Dentro del proceso de homogenización que el arte contemporáneo ha propuesto en las prácticas artísticas en América Latina, la obra de Darío Ortiz, centrándose en la figura humana, se desliga de esos paradigmas y en una actitud desafiante crea un diálogo permanente con la representación del cuerpo, el concepto de retrato, la historia del arte, la realidad y sobretodo con la pertinencia actual del dibujo y la pintura, utilizando para ello una técnica depurada y una cierta dosis de virtuosismo.

En sus pinturas la mimesis, entendida como el parecido o imitación de lo natural, hace parte de la estructura visual con la que construye complejos dispositivos con los cuales pretende generar una identificación y un diálogo directo con el observador dentro del proceso preciso y autoconsciente en el cual Ortiz produce sus imágenes.

De esa manera, las escenas que surgen en su trabajo no son instantes congelados de hechos reales, ni relatos ilustrados, sino construcciones mentales en las cuales coexisten elementos muy diversos. En palabras del crítico mexicano Eric Castillo: “es un lugar neutro y genérico que metaforiza con efectividad las condiciones de posibilidad que el artista ve para que opere la pintura hoy en día”.

 

Fusión de corrientes

Darío Ortiz con un estilo propio entrelaza formas del renacimiento y barroco en una mirada contemporánea que cuestiona los dogmas del arte de nuestro tiempo, e indaga en la memoria colectiva de la cultura occidental explorando la condición humana.

Su pintura, que trasciende con su libertad de hacer la rígida dialéctica académica de los neoclasicismos, es una obra que se desarrolla apelando a lenguajes considerados del pasado en los cuales parecen tener cabida la tradición del arte de occidente, la búsqueda clásica de la belleza, la sensibilidad romántica y la rebeldía de quien confronta el presente para abrir puertas hacia el futuro.

 

Sobre Ortiz

Es un narrador existencial de elocución realista, desprovista de cualquier localismo, corriente o costumbrismo; su mundo es existencial en tanto descentrado y fragmentario, en el que viven sus personajes puestos en escena a través de una composición que no advierte errores.

Es una estética posmoderna “neobarroca” derivada de su apropiación descontextualizada y su pluralidad discursiva, la cual rompe con cualquier determinación estética en favor de la experiencia emocional del espectador, provocando así, el éxtasis sensorial como vehículo de reflexión.

El acercamiento a la obra de Darío Ortiz no conoce tintas medias, sus telas despiertan pasiones diversas. Tal cual la caja de la traviesa Pandora, cada exposición se abre con posibilidades de impacto múltiple; desde quienes desdeñan la reminiscencia clásica o encuentran insurgente la inclusión de estéticas actuales en entornos de esta naturaleza. Hasta quienes comprenden que están frente a un mundo híbrido, de naturaleza claramente híper moderna donde se dan cita su insistente análisis de las técnicas clásicas, con su propia cosmovisión.

 

Exposición

Las obras de esta exhibición, todas provenientes de colecciones privadas, fueron pintadas entre México y Madrid, con excepción de dos que fueron realizadas en Bogotá en el 2005 para la primera feria de Artbo, y hacen parte de la itinerante Contrapunto que estará además en el Museo Rayo de Roldanillo y en el Museo de Arte del Tolima durante el 2019 gracias a la colaboración del Grupo Trusot.

Hace once años fue la última exposición de Darío Ortiz en Colombia precisamente en Cartagena en el 2008 por esa razón se hace significativo que sea el Museo de Arte Moderno de Cartagena la primera sede de este periplo colombiano.

Parte de estas obras fueron exhibidas recientemente en museos de México, principalmente en el conocido Instituto Cabañas de Guadalajara, una institución emblemática de Jalisco y en el Museo de Arte de la Secretaría de Hacienda que custodia una de las colecciones públicas más grandes e importantes de México.

Credito
REDACCIÓN SOCIALES

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