Las claves de los buenos alcaldes

SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
Bajo el sello de la editorial Ediciones Aurora, el periodista Henry Rengifo presentará este martes 19 de marzo en el Gimnasio Moderno de Bogotá, el libro “Las claves de los buenos alcaldes”.

Se entrevistan una alcaldesa y once alcaldes de municipios de diferentes tamaños, territorios y regiones del país, todos ellos han sido reconocidos - por fundaciones dedicadas al estudio de la actividad de los alcaldes-, como los mejores del país.

Henry Rengifo Hernández, es un periodista nacido en el municipio del Líbano, que tiene una larga trayectoria profesional, durante 13 años laboró en Casa Editorial El Tiempo, ocupó el cargo de jefe de redacción del desaparecido periódico Tolima 7 días, ha trabajado en otros medios de comunicación nacionales, columnista, investigador social, con diplomado en periodismo cívico en EE.UU. Este es su segundo libro, ya había publicado ‘Para repensar el Tolima’.

Lo cierto es que el lector tiene en este libro un instrumento de apoyo para la toma de sus decisiones en el momento de elegir, preciso en este año que se realizará una nueva elección de alcaldes, pero a la vez es un referente para los que tienen la intención de ser alcaldes.

 

A continuación El Nuevo Día les presenta a sus amables lectores la introducción que Rengifo hace del libro en mención.

Larga es la lista de opciones que existen para hacer de Colombia un país mejor. Entre esas tantas posibilidades aparece una sustancial: tener buenos alcaldes.

Bajo esa premisa y en un momento de coyuntura política especial, surge este libro periodístico “Las claves de los buenos alcaldes”, pensado en el marco de los treinta años que cumple la elección popular de alcaldes, (1988-2018). Esta es una obra dirigida a estimular el debate y una reflexión pertinente sobre la importancia que tiene para Colombia que sus municipios sean administrados de manera eficiente y honesta.

En el sistema político colombiano no existe un cargo de elección popular que cope tanto la atención ciudadana como el de alcalde. Se trata, ni más ni menos, del funcionario público que está inserto de manera permanente en la cotidianidad de las comunidades. Sobre sus hombros recae la enorme responsabilidad y compromiso de hacer de Colombia, desde lo local, un país mejor.

En ese orden, no es exagerado afirmar que en un nivel de jerarquía, si se evalúa de acuerdo a la cercanía directa que se tiene con la gente, y del poder y capacidad de decisión que posee para brindar soluciones inmediatas a problemas inmediatos, el alcalde se convierte en el funcionario de más altísimo significado para el país.

“Un buen alcalde, si se lo propone, puede hacer las transformaciones más grandes en su territorio”, esta afirmación del exalcalde de Medellín, Sergio Fajardo, refrenda la categoría que alcanzan los alcaldes en el devenir del país, porque el avance o rezago de los pequeños municipios y grandes ciudades se mide de acuerdo al resultado de la gestión que cumplen estos funcionarios.

Ahora bien, cuando el copresidente de la Asamblea Constituyente de 1991, Álvaro Gómez Hurtado (Q.E.P.D.), propuso la elección popular de alcaldes que se materializó en el gobierno de Belisario Betancur (Q.E.P.D.), mediante el Acto Legislativo 01 de 1986, lo hizo con la convicción de fortalecer la participación ciudadana y otorgar mayor autonomía a las regiones, pero no contaba que más temprano que tarde, a esos poderes locales les caería la plaga de la corrupción, agenciada por dirigentes políticos sin escrúpulos, que a decir del exministro y ex alcalde Jaime Castro, se dieron cuenta que en los municipios había un botín de contratos, de puestos y de coimas. Había mucha plata.

Toda esa corruptela atravesada en las regiones durante el transcurso de los treinta años de vigencia de la elección popular de alcaldes, ha profundizado los niveles de atraso en buena parte de los 1102 municipios. El balance es desalentador, pues más de un centenar de alcaldes de ciudades capitales y municipios medianos y pequeños han ido a parar a la cárcel.

Las irregularidades surcan todos los delitos, desde lavado de activos, peculado por apropiación, concierto para delinquir, celebración indebida de contratos, exigencia de coimas, delitos electorales, falsedad, peculado por apropiación, prevaricato, nombramiento de funcionarios sin el lleno de requisitos, homicidio, secuestro, auxiliadores de grupos ilegales, pasando por acceso carnal violento, entre otros delitos.

Son diez periodos de alcaldías los que ha habido a partir de 1988 hasta 2019, es decir cada municipio en Colombia durante estos treinta años ha elegido diez alcaldes, pero ha habido municipios que rebasaron esa cifra, pues los alcaldes titulares resultaron destituidos o suspendidos del cargo, en su mayoría por hechos de corrupción. (A octubre de 2018, la lista de alcaldes destituidos por la Procuraduría General de la Nación era de 1119). Ante esa circunstancia aparecieron los reemplazos temporales, otros definitivos o la realización de elecciones atípicas.

Las diferencias entre municipios que han tenido diez alcaldes o a lo sumo doce, frente a los que han superado esa cifra, saltan a la vista. Los municipios de diez y doce alcaldes han logrado grandes transformaciones. De ese grupo privilegiado hacen parte Medellín, Barranquilla, Bucaramanga, Pereira, Pasto, Montería, Manizales y ciudades intermedias como Sogamoso, Palmira, Rionegro, Zipaquirá y Buga, entre otras pocas ciudades, mientras en aquellos municipios que han tenido 15 y hasta 20 alcaldes, es notorio el grado de atraso, producto de la inestabilidad administrativa que presentan.

Basta observar lo que ocurre en Cartagena que ha tenido veinte alcaldes, Cúcuta veinte, Bogotá quince, Ibagué quince, Buenaventura, sus últimos cuatro alcaldes terminaron en la cárcel, solo dos de los diez electos salieron bien librados, para entender por qué estas ciudades presentan problemáticas sociales complejas.

Otro mal ejemplo ha sido Floridablanca, Santander, con tres alcaldes destituidos, dos sancionados con pérdida de investidura y dos capturados. Riohacha hace parte también de ese deshonroso comportamiento, allí en un solo periodo, 2016-2019, ha habido ocho alcaldes. Pero sin duda, de los casos absurdos es Cartagena, y quien mejor graficó esa fatalidad fue el expresidente Juan Manual Santos: “En siete años como presidente tuve que nombrar catorce alcaldes, eso es una vergüenza”.

Si bien es cierto, la mayor parte de los treinta años de la elección popular de alcaldes transcurrió por un periodo teñido de la más absurda y atroz de las violencias, hoy el país intenta transitar por unas condiciones menos azarosas, lo que permitiría a los alcaldes cumplir con más tranquilidad la misión encomendada. Queda como reto erradicar la corrupción enquistada en buena parte de los municipios. Quizá la solución esté no solo en la presión ciudadana y en los entes de control dentro de una labor preventiva, sino lo que es determinante: un cambio de mentalidad en la que predomine el sentido del servicio por encima del oportunismo indebido de apropiarse de lo público. Esas infortunadas afirmaciones que avalan la corrupción, como que “debe aprovechar su cuarto de hora” o “ese alcalde robó pero hizo”, son por decir lo menos, ominosas.

Por fortuna no todo es malo, no todo está perdido. Usted amable lector encontrará en las páginas de este libro, doce experiencias exitosas que dan esperanza. Se trata de entrevistas concedidas por un selecto grupo de colombianos quienes ejercieron con altura, compromiso, dignidad y amor por Colombia y sus municipios, el mandato que como alcaldes les fue conferido. Ellos demostraron que ser buen alcalde sí es posible en Colombia, por eso las honrosas distinciones que los calificaron como los mejores del país en sus respectivos periodos. La calificación provino de organizaciones que tienen como fin exaltar las buenas prácticas de los gobiernos regionales y locales, entre ellas la Fundación Colombia Líder1 y Fundaprogreso2, lo mismo que organizaciones sociales, y también por las mediciones periódicas realizadas por firmas encuestadoras y paneles de opinión.

En estos testimonios, quienes aspiren a las funciones públicas, encontrarán recomendaciones esenciales que les servirán de guía para ejercer de manera eficiente el cargo de alcalde. Ese es el propósito central de este trabajo periodístico. Igualmente, por los conceptos emitidos, es una herramienta que orienta a los electores a identificar en las campañas, quién puede llegar a ser un buen mandatario. Este es un libro para ayudar a Colombia y son los buenos alcaldes los que hacen el mejor de los aportes.

A los alcaldes aquí entrevistados por compartir sus valiosas y enriquecedoras experiencias, gracias.

Henry Rengifo Hernández

Credito
REDACCIÓN CULTURAL

Comentarios