Una vaca... nería de colección

HÉLMER PARRA – JORGE CUÉLLAR – EL NUEVO DÍA
Dieciocho años le ha llevado a esta santandereana recaudar alrededor de 200 vacas, que cuida con recelo. Muchas de ellas tienen nombre propio.

Vacas de distintas ciudades del país y el exterior conquistan las miradas de los visitantes, quienes por más que lo soliciten jamás lograrán que Gloria Esperanza les regale una.

Sin exageración puede asegurarse que en todos los rincones del país han existido o se encuentran hoy hatos de ganado Holstein, especímenes que cautivan a Gloria Esperanza Manrique Jiménez, una santandereana que ha convertido su hogar y oficina en el 'altar' de las vacas lecheras.

Y no es que ella, una ingeniera industrial de profesión, que se desempeña como directora del Centro Técnico y Tecnólogico San José, haya soñado con ser una ganadera o que crea a estos bovinos seres sobrenaturales, la verdad es que su pasión está marcada por los recuerdos de la infancia de su tierra natal: Onzaga, Santander.

Sumado a ello, esta especie le transmite tranquilidad y nobleza, cualidades que desearía reinaran en los corazones de los seres humanos.

Regreso al origen

Teniendo como hilo conductor el amor, la esperanza y la evocación del paisaje, los caminos, la naturaleza y las vacas de manchas negras que marcan su camino de regreso a Onzaga, 18 años atrás Gloria Esperanza Manrique tuvo una idea: coleccionar réplicas exactas de este animal.

Sin pensarlo, poco a poco sus sentidos se fueron agudizando para detectar el lugar exacto dónde encontrar una  pieza distinta. Hoy ya suma alrededor de 200 en diferentes presentaciones, formas, tamaños, texturas y materiales, que guardan un invaluable valor sentimental.

A medida que su pasión crecía sus amigos le obsequiaban ejemplares y ella hacía de todo para lograr adquirir la que le encantara, hasta llegar al punto de ingresar a los almacenes y esconder alguna pieza hasta tener el dinero para comprarla, esto durante su época universitaria.

La pasión por este animal se lo ha transmitido hasta a su esposo Raúl Idárraga, quien asegura que: “Me casé con todo el ganado”. Él es su principal alcahueta, pues sabe que esto “la hace feliz”.

Credito
EL NUEVO DÍA

Comentarios