Desde el inicio, se destacó como una de las favoritas, no sólo por su porte y su belleza que es mezcla perfecta entre su herencia latina y nipona, también por su carisma y crecimiento dentro del concurso. 

Vivió hasta los 14 años en Bucaramanga y por problemas familiares se trasladó a vivir a Cali, donde empezó a incursionar en el campo del modelaje, y en 2013 decidió inscribirse en la segunda temporada de este concurso que buscaba la nueva top model colombiana y las nuevas Chicas Águila. 

Participar en el reality le pareció una oportunidad muy interesante y una plataforma que le ayudará a medir sus verdaderos límites como modelo. Cree que esta competencia le permitió mostrar qué tan versátil es y medirse ante otras mujeres que tienen el mismo objetivo. 

Tiene una trayectoria de 4 años en el modelaje, desde el colegio siempre soñó con desfilar en pasarelas, fue descubierta por una agencia en un centro comercial de Cali. 

Su papá es japonés, su mamá vivió nueve años en ese país en donde se conocieron. Una vez nació Yukiro, decidieron viajar a Japón en busca de su padre, pero para ese momento él no vivía allí, por lo que el reencuentro nunca se dio. 

Desde entonces, ella lo ha buscado en varias oportunidades pero nunca ha logrado avances significativos, no sabe nada de él y Yuriko piensa que la mamá no le ha dicho toda la verdad. Tiene la ilusión de conocerlo porque está convencida que el padre le daría su apellido y tendría doble nacionalidad, lo cual le abriría las puertas al mundo.