Para ella, por más que las adversidades golpeen nuestras vidas, debe permanecer firme la confianza en que Dios proveerá la fuerza para salir adelante, porque cada historia, cada sufrimiento marcan la identidad del ser humano y abre el paso al cambio, en el que las mujeres están llamadas a no permitir la vulneración a sus derechos, y más aún a no ser las promotoras de maltratos al género.

Su interlocución se centró en mostrar desde su experiencia personal cómo una situación puede afectar no solo a un individuo sino a todos los que están a su alrededor, al recordar el sufrimiento que le causó la publicación del video sexual, que por mucho tiempo la estigmatizó.

Pese a que esas heridas, dijo, ya las cerró, no puede olvidar las veces que su hijo mayor le grita en la cara “a usted no le dan papeles por haber hecho ese video”, o más fuerte aún “con ese video usted se me tiró la vida”.

Luly Bossa, reconoció que es una madre que va a mil, que no tiene tiempo para hacer duelos, y a la que le tocó reinventarse, para asumir las cosas que debe afrontar a diario, entre ellas, ver a su hijo menor en silla de ruedas, a causa de una distrofia muscular, y a su hijo mayor, siendo un adicto.

Pese a esto, está segura que la fe le ha permitido hacer menos dura estas marcas, y la ha convertido en un tigre.

Un ejemplo de su fe está en que “gracias a las oraciones la enfermedad de mi hijo se ha estancado, y él sigue luchando por algún día volver a caminar”, dijo.