El alcance de nuestra ‘crítica’

TOMADA DE INTERNET - EL NUEVO DÍA
A la gente no le importa ‘irse lanza en ristre’ contra los demás, con tal de opinar cuanto se le antoja. Las personas deben ser capaces de dar una opinión cuidadosa, inteligente y razonada de lo que percibe, sin una intención distinta a la de construir.

Hoy día, sobre todo con el auge de las redes sociales, nos volvemos ‘críticos por naturaleza’ y, al mismo tiempo, somos víctimas de tales ‘juicios de valor’.

Estamos viviendo una época en la que ‘medio mundo’ habla de la otra mitad del planeta, ‘sin ton ni son’. Hay quienes nos critican por todo: porque nos vestimos de ‘x’ o ‘y’ forma, porque no nos casamos o porque contraemos nupcias a muy temprana edad, porque hacemos ‘esto’ o ‘aquello’, en fin...

La verdad es que hay muchas personas por ahí preocupadas más por la vida de los demás, que por la de ellos mismos.

Lo peor es que los comentarios venenosos que hacen tienen la particularidad de propagarse con la misma facilidad y frivolidad con la que se emiten dichos conceptos.

Debo aclarar que la crítica, esa que se plantea bajo una mirada objetiva y que está soportada en argumentos probatorios, no es mala. ¡Bueno! Siempre y cuando los comentarios permitan el sano enriquecimiento o logren modificar actitudes y situaciones para bien.

La crítica en sí misma es constructiva, ya que implica discernir. Sin embargo, para ello se debe plantear el comentario con la mejor de las intenciones.

Lo aburridor es esa ligereza con la que algunos emiten juicios para catalogar como “inapropiado” o “inaceptable” determinado proceder.

No sé por qué, pero cuando la gente critica solo ve lo malo. También parece que tiene más ‘chispa’ lo intrascendente, cuando lo importante es la esencia de la persona.

Por eso debemos medir el alcance de los comentarios que hacemos o que recibimos. En ocasiones, eso que nos dicen o que señalamos de los demás, tiene implícito un absurdo interés de molestar.

Nos corresponde ser respetuosos con las personas o situaciones que se van a cuestionar, y ser conscientes de los efectos o las consecuencias que pueden generar nuestras intervenciones; sobre todo si somos sarcásticos.

Si vamos a decir algo de alguien, no debemos perder de vista el subrayar los aspectos positivos, exponer los puntos negativos y finalmente, señalar los caminos que se deben seguir en procura de mejorar lo que se critica. Si no se contempla este último aspecto, la esencia de nuestro apunte se pierde.

No podemos seguir opinando en las redes ni en ningún otro escenario con el toque que da la chismografía.

El hecho de que muchas personas no ejerzan la crítica de manera adecuada y que esta se confunda con el rumor, tiene que ver en parte con el desmedido afán por la morbosidad.

Esta es una cultura en donde sencillamente optamos por ‘poner el dedo en la llaga’.

Es decir, señalamos el error, pero infortunadamente no contemplamos la posibilidad de que en esa relación con el otro pueda darse una crítica sana y real.

Más allá de asumir como reto el aprender a ser más críticos, también nos hace falta saber recibir estos apuntes.

No podemos parecer ‘fosforitos’ y molestarnos por cada cosa que hablan de nosotros.

Aunque nos resulte difícil enfrentar una crítica, debemos estar dispuestos a escucharla, manteniendo la serenidad y siendo siempre consciente de que el mundo no se nos va a caer cuando alguien se entrometa en nuestra forma actuar, ya sea constructivamente o de una forma mal intencionada.

eardila@vanguardia.com

Credito
EUCLIDES KILÔ ARDILA

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