Una vida dedicada al servicio de la comunidad

HÉLMER PARRA - EL NUEVO DÍA
Jóvenes provenientes de Ibagué, Líbano y Honda, son los que llegan hasta este recinto con la tarea fundamental de recibirse como sacerdotes.

Por más de un siglo el seminario mayor María Inmaculada ha dispuesto una casa sacerdotal destinada a la formación de jóvenes y adultos que, de manera voluntaria, eligen como vocación el camino sacerdotal.

 

Celebración

La fiesta grande del seminario mayor en conmemoración de su santa patrona, es un evento en el que por años han participado mancomunadamente seminaristas y sacerdotes, en un espacio que invita a la integración, poder reafirmar la fe e incentivar el camino espiritual.

Para esta víspera, se llevaron a cabo una serie de actividades representativas; el santo rosario, una serenata mariana, una eucaristía solemne presidida por el monseñor Flavio Zapata, eventos deportivos y culturales, así como diferentes eventos lúdicos y recreativas que lograron incentivar a las personas que residen en este instituto.

 

Cotidianidad

La iniciación para aquellos que entregan su vida al servicio y emprenden este camino de formación, está destinado a implementar una serie de cambios, sin embargo, este proceso también brinda actividades que al igual que a todos, abren espacio para el ocio y la recreación.

Sus rutinas tienen un momento de oración y eucaristía, actividades dignas de su proceso de formación, que se divide en dos sesiones de filosofía y teología, y se implementan jornadas deportivas, que cada quien puede escoger según su predilección.

La tarea fundamental de cada uno de los miembros del seminario mayor es la evangelización, lo que implica la presencia en las comunidades, sobre todo en la vida pastoral done hay diversas obras de caridad que la Diócesis sostiene.

 

Formación

Actualmente hay 35 seminaristas de Ibagué, Líbano y Honda, sus edades varían, el más joven tiene 17 años y el mayor 37.

“Este proceso de formación hace un llamado a volver a Dios, es darle la oportunidad a Dios de vivir en el corazón y volver a cosas fundamentales” señaló el director Giovanny Sandoval.

Para la formación sacerdotal se requieren siete años de estudios, los tres primeros años están destinados a estudios filosóficos y la segunda etapa de esta actividad distribuye los cuatro años restantes a la teología.

Así mismo, los seminaristas aseguran la vocación es un llamado misterioso, un proceso que viene de Dios y que se convierte en un don que ayuda poco a poco darse cuenta que es lo que se quiere para la vida.

Credito
REDACCIÓN EL NUEVO DÍA

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