Entregan restos de víctimas de la violencia

HÉLMER PARRA – EL NUEVO DÍA
Los falllecidos fueron identificados como Xiomary Urueña Sánchez, de Lérida; Édgar Robinson Suárez Serna, de Mariquita; Manuel Ignacio Feria Nieto, de Prado; Benjamín Laguna, de Charra (Guaviare), y Samuel Eduardo Ozorno Cardona, de Santa Marta.

Los restos óseos de cinco personas, una mujer y cuatro hombres, que fueron asesinadas y desaparecidas entre 1995 y 2005, en Tolima, Magdalena y Guaviare, por los problemas del conflicto armado, fueron entregados ayer a sus familiares durante ceremonia privada en Ibagué.

Los víctimas fueron identificadas como Xiomary Urueña Sánchez, natural de Lérida, asesinada el 12 de septiembre de 1995; Benjamín Laguna, ultimado el 4 de marzo de 1998, en Charra (Guaviare); Édgar Robinson Suárez Serna, desaparecido el 10 de marzo de 2005, en Mariquita; Manuel Ignacio Feria Nieto, muerto en Prado, el 6 de enero de 2002; y Samuel Eduardo Osorno Cardona, acribillado el primero de julio de 2003, en el corregimiento Mica, de Santa Marta (Magdalena).

Según informó la Fiscalía, tres de los cadáveres fueron encontrados en el Tolima, uno en Santa Marta y el quinto en el Guaviare.

“Hoy culminamos una etapa de personas que tenían a sus seres queridos desaparecidos y que los habían enterrado sin los requisitos legales. Son personas que fueron asesinadas desde 1995 hasta 2005 y vienen de casos de Santa Marta, Guaviare y Tolima. Son hechos que se pueden atribuir al bloque Centauros, frente Guaviare, bloque norte de Santa Marta, bloque Tolima de las Autodefensas y los Elenos Bolcheviques, del ELN”, dijo Nibaldo Jiménez, fiscal que adelantó las investigaciones.

Los casos

Para la Fiscalía, estos hechos fueron confesados por excabecillas de los grupos ilegales, quienes manifestaron en versiones de audiencias dónde estaban enterrados estos cuerpos sin vida.

“El caso de Manuel Ignacio Feria Nieto fue confesado por Óscar Rodríguez, alias ‘Fabián’, del bloque Tolima, y el de Édgar Robinson Súarez Serna lo confesaron Pedro Pablo Hernández Sepúlveda, alias ‘Pedro Pum Pum’, y Óscar Iván Ramírez, alias ‘Cacerolo’”, acotó el fiscal Jiménez.

Y agregó que identificar plenamente a las cinco víctimas fue una labor ardua, que conllevó varios años, debido a que se tuvo en cuenta muestras tales como las de ADN y cartas dentales.

Esta es la primera entrega de restos óseos de personas asesinadas por grupos irregulares que se hace en la capital tolimense, pero, según la Fiscalía, ya se han devuelto a sus seres queridos víctimas fallecidas en Espinal, Alvarado y Saldaña.

En el Tolima se han recuperado 161 cuerpos, de los que ya 56 fiueron entregados a sus familiares.

Las familias

Para las familias de estas víctimas, ya hay un alivio, porque las autoridades les explicaron la verdad acerca de las muertes de sus seres queridos.

También existe un apoyo sicológico y económico por parte de la Unidad de Reparación de Víctimas del Gobierno Nacional, con el fin de prepararlos para que vivan la pérdida y orientarlos hacia el futuro.

Para ellos, desde el primer día en que supieron que sus hijos habían sido asesinados todo cambió.

Fueron meses de angustia y zozobra por saber una verdad. “Todos los días los esperábamos, había una ilusión. Ahora ya sabemos con certeza que murieron, tenemos un duelo de manera más calmada porque les daremos una cristiana sepultura y los iremos a visitar al cementerio”, indicó una familiar de las víctimas.

Muertos y perdidos

 El día que Xiomary Urueña murió tenía 17 años, y seis meses atrás había enterrado a su pequeña hija de dos años, quien perdió la vida al ser arrollada por un carro en una calle de Lérida.

Según un amigo de toda la vida, Xiomary era una mujer muy activa y alegre, y ayudaba en todo a su señora madre. “Desapareció en 1995 y su muerte se le atribuye a los Bolcheviques, quienes ese día de su muerte la sacaron de su lugar de trabajo en Lérida y le propinaron un disparo en el cuello”.

Para su señora madre, a pesar de que el dolor de su trágica muerte prevalecerá, siente algo de tranquilidad al poder darle una cristiana sepultura. “Ya sé en un 100 por ciento que es mi hija, tenía dudas si era o no era, ahora Medicina Legal me lo confirmó y voy a enterrar sus restos en Lérida”.

En el caso de Manuel Ignacio Feria Nieto, fue un hombre que vendía frutas en Prado, y al parecer no se quiso ir a las filas de los grupos al margen de la ley, siendo asesinado.

Su hermana, quien pidió omitir su nombre, dijo que Manuel desapareció y lo mataron en 2002. “Era un vendedor de frutas, un hombre noble y por no irse con los paramilitares le quitaron la vida. No se metía con nadie, era un hombre sano. Fueron 11 años esperándolo, pero hoy gracias a la Fiscalía nos lo entregó y estamos agradecidos. Que Dios los castigue”.

Cuando murió Manuel Ignacio, tenía 30 años de edad, era soltero y no tenía hijos. 

Credito
REDACCIÓN JUDICIAL

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