Las fotos publicadas indicaba que se trataba del hombre de 37 años de edad, a quien su hermano Alfredo Castillo veía de manera habitual por la carrera Quinta con calle 22 y la calle 60. Incluso en enero de este año se había encontrado con él en la calle 22, lo saludó y le grabó un video. Luego vio la publicación que los alertó porque al parecer se trataba de su pariente.

Aunque no tenía certeza de que se trate de la misma persona hallada sin vida el 1 de agosto, los familiares de José Julián iniciaron su búsqueda en el Instituto de Medicina Legal, donde el pasado 2 de diciembre les confirmaron que había muerto.

Alfredo Castillo contó que en la Fiscalía no estaban trabajando de manera presencial y les pidieron enviar un correo electrónico. “A los ocho días me respondieron que debía contactar a un funcionario de allá y el 2 de diciembre contestaron que José Julián Castillo Prieto estaba muerto y lo tenían identificado”, refirió.

Ahora el trámite está orientado a poder sepultarlo. En Medicina Legal les informaron que el cuerpo no estaba allí y que el 9 de octubre lo habían enterrado en el Cementerio de NN, las fosas en tierra que están en el Cementerio San Bonifacio, muy cerca al barrio El Bosque.

“Nos tienen volteando para hablar con una doctora y cuadrar la fecha para poderlo sacar, exhumarlo y sepultarlo”, anotó Castillo.

Después de esa diligencia, los familiares de José Julián esperan, por medio de un derecho de petición, confirmar que se trata de la misma persona que fue hallada en El Limonar, pues por sus características tienen un 60 por ciento de seguridad de que es el mismo hombre.

Además desean conocer la causa de su fallecimiento. Es de recordar, que la persona encontrada detrás del Hospital, llevaba tres días sin vida en el lugar.

¿Quién era José Julián?

José Julián Castillo Prieto tenía 37 años. Debido a las malas amistades tomó la calle como opción de vida luego de dejarse llevar por el consumo del pegante bóxer, que lo había alejado de su familia desde hacía más de 20 años.

Sus familiares estuvieron muy pendientes de él, lo veían por la carrera Quinta en la calle 22 y la calle 70, lo llamaban por su nombre, los miraba pero no les respondía nada.

Su hermano lo recuerda como un hombre trabajador, que vendía líchigo y conseguía dinero para su sustento.