“(…) la figura del señor Alejandro Ordoñez, actual Procurador General de la Nación, contrario a sus funciones constitucionales, ha montado una suerte de tiranía de la inquisición”, dijo la guerrilla. 

Según la subversión el procurador persigue la lucha por la paz, “cualquier asomo de pensamiento que no comulgue con su evangelio retardatario y neoliberal, el libre desarrollo de la personalidad, o quien no coincida con sus prejuicios de extrema derecha, como la homofobia, y la herejía política de quienes se levanten contra la injusticia”. 

Según la guerrilla que Ordóñez esté en el cargo es una vulgar desfiguración del Ministerio Público, “es inadmisible, que mediante el abuso del poder, se destituya a funcionarios elegidos popularmente y se mantenga con ello, en contravía del interés nacional, un obstáculo a la aspiración de alcanzar una democracia plena”. 

Para la guerrilla la elección de este tipo de cargos se debe someter a la elección popular, porque “nadie ronda a este siniestro personaje y nadie tiene control sobre sus arbitrariedades”. 

La subversión agrega que la mención del procurador en las oficinas de los funcionarios públicos genera temor, “a pesar que su designación fue producto de las recurrentes componendas politiqueras que caracterizan a los partidos, su poder sigue sin control y es superior al de cualquiera de los funcionarios de elección popular”. 

Los guerrilleros recordaron las críticas que sobrevinieron al procurador luego del matrimonio de su hija, “(…) él sí se otorga así mismo la facultad de enviar invitaciones personales a individuos al margen de la ley, como a la senadora Zuccardi, acusada de tener vínculos con paramilitares, y a su esposo, Juan José García Romero, ambos uribistas y condenado por el robo descarado y continuado de dineros públicos. Es un procurador corrupto con aires mesiánicos”. 

Por último, la subversión defendió a la exsenadora Piedad Córdoba y al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro “a la ex senadora Piedad Córdoba no le perdona su compromiso con la paz democrática, con los derechos humanos y con el pueblo. (…) Con Gustavo Petro mantenemos políticamente algunas distancias. Pero a Petro, un alcalde independiente, no inscrito en el bipartidismo y elegido por voto popular, no le perdona Ordoñez su compromiso con la defensa de lo público, ni su visión incluyente de ciudad. De ahí su pretensión de destituirlo”.