“El reto que enfrenta Colombia con la paz es mayor que la guerra”

SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
Patrick Colgan, asesor de paz del Gobierno de Irlanda y de la Unión Europea, visitará mañana Ibagué, invitado por el Ministerio de Cultura, para contar la experiencia de Irlanda en el camino del posconflicto.

Durante los últimos dos años, Patrick Colgan ha sido un observador atento de la realidad en Colombia. Desde que fuera invitado por el gobierno de Juan Manuel Santos y los líderes de las Farc a las intensas discusiones de los acuerdos que tiempo después pondrían fin a la guerrilla más vieja del mundo, el país hace parte de su agenda. De hecho, integró la misión electoral internacional que acompañó las elecciones del Plebiscito de 2016.

Llevaba años leyendo en la distancia, desde su natal Irlanda, los titulares de prensa que fatigaban los periódicos de todo el mundo dando cuenta de las masacres, ataques y secuestros con los que el país escribió su historia durante más de medio siglo. Y tomaba nota.

Algún día, decía, los colombianos tendrán que ponerse de acuerdo para finalizar su conflicto y discutir cuál es el país que quieren para todos.

Tal como lo habían logrado los irlandeses con el IRA, tras el Acuerdo de Viernes Santo de 1998. Acuerdo que Colgan mismo ayudó a construir como asesor especial del gobierno de Irlanda y del Fondo de la Unión Europea para la Implementación de los Acuerdos de Paz de ese país.

Una tarea que no ha abandonado, pues lo realmente difícil aún no ha terminado: “seguimos recorriendo el espinoso camino del posconflicto. Es que la paz no se construye de un día para otro. Nosotros llevamos 20 años implementando unos acuerdos, pero aún falta. Colombia dio un gran paso, pero el reto que enfrenta con la paz es mayor que el reto de haber soportado 50 años de conflicto”.

Lo dice un experto que ha acompañado procesos similares en Oriente Medio, Chipre, el País Vasco y Los Balcanes. Y que conoce las enormes dificultades que implica la construcción de la reconciliación en países que socialmente acaban fracturados por las guerras. Por eso, en Colombia dedica buena parte de sus esfuerzos a la pedagogía de la paz. Y se une e iniciativas como la que le planteó el Ministerio de Cultura de Colombia que lo ha invitado a varias ciudades del país como Cali, Bucaramanga y Santa Marta, para hacer parte del Foro Comunicación, Cultura y Construcción de Paz, el cual se realizará este 18 de octubre en Ibagué.

- Comencemos justamente hablando del papel que deben asumir los medios en el posconflicto. ¿Cuál es el reto que enfrentan hoy después de medio siglo contando la guerra con las Farc?

En Irlanda los medios resultaron esenciales para la creación de una atmósfera de paz. Porque no se puede ser ingenuo: la paz es un asunto difícil y toma mucho tiempo. Por eso, los medios están llamados a mostrar todos los puntos de vista de los actores del conflicto, para fomentar un debate serio y positivo. Es esencial incluso escuchar las voces de quienes fueron victimarios; esto último en el caso de Irlanda fue una de las cosas más importantes, porque los ciudadanos comenzaron a entender las razones que habían tenido para alzarse en armas; no para justificarlos, aclaro, pero sí para entender porque muchos, en la legalidad y la ilegalidad, habían participado de una guerra que tenía sus orígenes en Irlanda hacía más de 800 años. Los medios encontraron una nueva manera de hablar sobre el pasado, un nuevo vocabulario.

- ¿Cómo logra una sociedad narrar su pasado es tan doloroso?

Es doloroso, pero necesario. Estamos obligados a asomarnos al pasado para enfrentarlo y no repetirlo. Muchos se escandalizan cuando escuchan en los medios a quienes fueron victimarios, pero hay que hacerlo. Con eso entendemos que la opinión del adversario es tan importante como la nuestra. Claro, no se logra de un día para otro. En Irlanda aún hay heridas.

Lo que nos corresponde es comenzar a entender lo complejo que es vivir en un país diverso, donde no todos piensan igual. Cómo nos la vamos a arreglar para cohabitar cuando no tenemos el mismo color, no pensamos igual, no tenemos la misma cultura. Decidir que vamos a compartir este pedazo de tierra y no vale la pena matarnos. Es la construcción de un futuro compartido de país.

- Suena difícil esa tarea cuando tenemos una profunda polarización. Cuando noticias como el desarme de las Farc tuvieron una reacción muy tibia de los colombianos, cuando el país votó en mayoría por el NO a los acuerdos con las Farc…

¿Y quién dijo que la paz era fácil? Hay gente que cree que sucede de un día para otro. Sí, en Colombia más de la mitad de la población votó en contra del plebiscito y lo viví como parte de la Misión de Observación Internacional del Consejo Nacional Electoral. Se esperaba un resultado positivo, pero tocaba entender que había una manera distinta de ver el conflicto entre la Colombia rural y la Colombia urbana. El resultado, claro, fue consecuencia de la polarización natural que vive el país. Pero a eso justamente es que me refiero cuando hablo de la construcción de un país donde quepamos todos. En Irlanda, tras 20 años de firmados los acuerdos, una parte de quienes se oponían, hoy hacen parte del gobierno. Los que estaban a favor del No empezaron a hacer parte del gobierno con los republicanos. Hoy, ambos bandos manejan el gobierno desde 2007.

En Irlanda se dio un ejercicio similar de referendo para refrendar los acuerdos de paz, pero la votación por el sí superó el 80 de la población…

Tuvimos una experiencia parecida, solo que nosotros llevábamos un conflicto de 800 años con unas raíces profundísimas, entre las dos islas, la irlandesa y la británica.

Y que se agudizó con la partición de la isla, que dio origen a lo que es Irlanda del Norte, hoy del Reino Unido. Eso dejó unas diferencias socioeconómicas graves. Comenzamos en 1994 unos diálogos que culminaron cuatro años después con un cese al fuego, que sin embargo no logró detener la violencia. Pero nos dio la oportunidad de comenzar un proceso serio y un acuerdo de paz. Tras ese acuerdo fue que se logró un referendo donde el respaldo por el sí fue más de 80%.

- En Irlanda ha jugado un papel importante en ese camino del posconflicto el tema de la educación. ¿Se debe educar para la paz a un país que sobrevivió a medio siglo de guerra?

Es necesario. En Irlanda hicimos mucha inversión en esa materia y tuvimos varios programas de paz financiados por el Reino Unido, Irlanda y la Unión Europea. Debíamos preparar a la próxima generación para abordar el pasado. Crear una cultura de respeto, donde la gente aprendiera a celebrar su diversidad. Hicimos, por ejemplo, un proyecto que se incluyó en el currículo de las escuelas que se llamó ‘¿Cómo enseñar la historia en una sociedad dividida?’.

Y hacíamos otras actividades lúdicas. Una vez escogimos dos escuelas donde se enseñaban religiones distintas (católicos y protestantes). Les pedimos a los estudiantes que intercambiaran uniformes y salieron a la calle a ver la reacción de la gente. Esa experiencia les dio a los chicos la capacidad de ver cómo piensa y siente el otro.

Comprender la diversidad y entender la historia desde lo complejo que es pertenecer a una sociedad dividida. Eso es en realidad el posconflicto.

- En los foros a los que ha sido invitado por el Ministerio de Cultura, se plantea también el papel de la cultura en este nuevo escenario. ¿Cómo lo manejaron los irlandeses?

Para nosotros fue indispensable el teatro, por ejemplo. Desarrollamos un proyecto, El teatro del Testigo, en donde se montaban obras interpretadas por victimarios, ex combatientes de fuerzas del estado y del IRA (tanto de la parte republicana, como realista). Los reunimos primero en un espacio donde pudieron entre ellos contar sus historias. Y sanarse, tratar de reconciliarse. Y entre todos, poco a poco, encontrar las palabras, para explicar esa historia común. Y después ellos mismos las actuaban para el resto de la gente. Ahora, tuvieron que pasar 10 diez años para que estas personas pudieran sentarse tranquilamente en una mesa y conversar sobre lo que les había sucedido.

Esa es quizá, la mayor lección que debemos aprender de los irlandeses: que se han tomado el tiempo necesario para la construcción de su posconflicto…

Aún en Irlanda estamos en la implementación de los acuerdos. Estamos en la cuarta generación de los programas de paz. Comenzamos en 1994 con el programa de cese de fuego que duró hasta el 2000. Luego otro, hasta 2006; un tercero hasta 2014. Y ahora mismo vamos en la cuarta etapa de esa implementación que nos llevará a 2020. Colombia dio un gran paso, pero el reto que enfrenta con la paz es mayor que el reto de haber soportado 50 años de guerra. Hay que comprender que no hay respuestas simples cuando se habla de guerra y de paz. Ese es un pensamiento muy ingenuo.

 

Trescientas páginas

- ¿Por qué, en apariencia, el Acuerdo de Viernes Santo en Irlanda se ve tan sencillo? Fueron solo 30 páginas, en Colombia necesitamos más de 300 para explicar lo que se acordó.

Lo que pasa es que en Irlanda teníamos poca experiencia y fuimos pragmáticos: acabar la violencia, dejar de matarnos y crear instituciones políticas sólidas con las que se trabajaran problemas difíciles, socioeconómicos y políticos; y aplazamos otros temas. En Colombia fueron más ambiciosos: trabajaron todo de un solo golpe, no solo cesar el conflicto sino entregar las armas y reparar a las víctimas. Por eso admiro a Colombia. A nosotros, es la verdad, no dio miedo enfrentar la dificultad de la dejación de armas pues debían desmovilizarse unos 40.000 hombres.

- ¿Y cómo fue el proceso para crear esas nuevas instituciones?

 Es un proceso inacabado. Porque esas intuiciones fracasaron en 2002; ya no funcionaban porque desde el inicio había un grupo -que había apoyado el No en el plebiscito- y se había quedado fuera de los acuerdos y presionaba mucho. Y pasó que realistas y republicanos no se ponían de acuerdo sobre cómo manejar el país, todo el tema de la reincorporación, de las víctimas, la transformación y reforma de la policía, de las fuerzas militares, la dejación de armas. Pero lo bueno fue que no regresamos al conflicto porque la paz que se había firmado era duradera.

- ¿Y cómo lo resolvieron?

 Tocó establecer de nuevo un diálogo para abordar los asuntos que no se habían trabajado. Firmamos en 2007 otro acuerdo, esta vez en Escocia porque para los protestantes era importante que no tuviera lugar en Irlanda y para los católicos, que no se diera en Inglaterra. Ahora, es muy simplista decir que nuestro conflicto era por religión, pero iba más allá de eso. La causa de todo son dos comunidades que no se entendían. Ya la polarización empeoró por causas socioeconómicas, de igualdad, de oportunidades, de educación, como sucede en todos los conflictos.

- Usted ha sido un defensor de la tesis de que la paz debe construirse desde los territorios, desde las zonas rurales.

 Es que esas zonas fueron el teatro del conflicto. Por eso la importancia del Punto Uno relacionado con desarrollo rural integral, que supone la transformación de la Colombia rural. Lo he leído varias veces y me parece que está lleno de posibilidades que traerá beneficios. Hay que crear alianzas entre los municipios para crear nuevas formas de desarrollo en las comunidades, que las empoderen y les ayuden a gestionar recursos para sus proyectos. Esas comunidades deben establecer sus prioridades locales, que no son las mismas del país central y el país urbano. En Irlanda nos funcionó.

- ¿Cómo manejó Irlanda la reincorporación de los excombatientes a la vida civil? ¿Qué lecciones podemos tomar de ustedes?

 Es uno de los puntos más difíciles. En Irlanda, una parte de la comunidad no quería aceptar que los que habían matado y cometido crímenes regresaran a la vida civil. Pero sucedió que en Irlanda los líderes del IRA conformaron un partido que, como dije, ahora hace parte del gobierno junto con el partido democrático unionista. Entonces, en nuestro caso fue fundamental que llegaran a la vida la política. Hoy cogobiernan, y eso es construir paz.

- En Colombia se ha cuestionado mucho el papel de la Justicia Especial de Paz. El hecho de muchos de quienes participaron de actos de violencia en el conflicto no recibirán penas altas.

Pero es uno de los aspectos del que los irlandeses podemos aprender. Este tribunal especial de paz está basado en investigaciones muy profundas que se recogieron de otros conflictos en el mundo, como los de África del Sur. Si uno quiere crear un nuevo país, hay que tomar decisiones: y aquí se apostó por un tribunal y por comisiones de verdad con jueces y personas notables que estuviesen para escuchar las verdades de todos los actores del conflicto. Eso era necesario. Eso evitará que se queden muchas preguntas sin respuesta, como pasó en Irlanda donde no hemos terminado ese proceso de justicia.

 

Dato

El Foro “Comunicación, Cultura y Construcción de Paz” se llevará a cabo mañana en el Auditorio Mayor de la Música de la Universidad del Tolima. Junto a Patrick Colgan, estarán como panelistas el periodista Alfredo Molano y Joshua Mitrotti, director de la Agencia para la Reintegración y Normalización.

*PERIODISTA CULTURAL

Credito
LUCY LORENA LIBREROS* ESPECIAL PARA EL NUEVO DÍA

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