Centro Democrático: todo excepto petrificarse

Alfredo Sarmiento Narváez

Escribo esta columna autónomamente como discreto miembro del Partido Centro Democrático; no represento vocería alguna del partido a nivel nacional ni a nivel regional.
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El Centro Democrático, desde su fundación, ha sabido cosechar significativos triunfos políticos y electorales en el orden nacional: ganó curules en senado y cámara promoviendo con creces el liderazgo femenino y juvenil; lideró el triunfo del NO en el Plebiscito “por la paz”; eligió presidente.

Ciertamente, en el 2022, el Centro Democrático tuvo un revés electoral; su bancada en el Congreso disminuyó y no tuvo candidato propio a la Presidencia de la República.

Iván Duque Márquez, de las propias canteras del partido y electo Presidente para el periodo 2018-2022, tuvo la paradójica tarea de transmitir el poder a quien representaba, y que hoy sigue representando, las tesis y prácticas contrarias al cuerpo de doctrina del Centro Democrático.

Un revés electoral no se debe asimilar a una derrota política cuando entre manos se tiene una empresa política con vocación histórica que no está para feriarse en medio de calenturas y adrenalinas electorales.

La visión de persona, sociedad y Estado que promueve el Centro Democrático tiene arraigo a nivel nacional y resonancia en escenarios locales.

Aunque el Partido en los procesos políticos territoriales ha tenido discretos resultados comparados con los que ha logrado a nivel nacional, es importante referente para las comunidades insertas en territorios municipales y departamentales.

En el mes de octubre que viene, el Centro Democrático tiene oportunidad de mostrar que, fiel a su cuerpo de doctrina, está en capacidad de incidir en los resultados electorales, ahora con candidatos propios, con alianzas cuidadosamente comunicadas, eso sí, teniendo buen cuidado de garantizar que la orientación que dé a su militancia, sea consecuente con su historia y periplo político. La coherencia es capital político que no se puede dilapidar.

En ningún municipio o departamento, el Centro Democrático puede llegar a petrificarse, en cualquier sentido que esa expresión pueda llegar a tener.

El Partido no puede quedarse petrificado observando pasivamente el acontecer político local.

Menos aún, el partido puede llegar a dar la sensación de estar petrificándose, por la vía de hacer alianzas con sectores políticos que en los territorios representan las banderas petristas: el estadocentrismo, la claudicación ante los violentos y las juergas y jergas antiempresariales.

En el 2023 nos jugamos el 2026. Pilas pues.

ALFREDO SARMIENTO NARVÁEZ

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