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Veamos, la legislación laboral desde 1.950 definió que la diurnidad, es decir, el trabajo en el día empezaba a las 6 a.m. y terminaba a las 6 p.m. y la nocturnidad empezaba a esta hora e iba hasta las 6 de la mañana y que por ese solo hecho el trabajo nocturno tendría un recargo del 35 % sobre el valor del trabajo diurno.
Esta figura, seguramente, justificable hace 73 años carece de todo sentido en las economías del mundo actual, manteniéndose más por tradición o derechos adquiridos que por una razón válida objetivamente considerada.
En el mundo del pasado, el día terminaba a las 6 p.m., pero en el mundo de hoy, el día comercial termina no antes de las 10 p.m. en razón a la evolución social que ha cambiado los paradigmas históricos, ajustándose a un mundo que cambia todos los días.
En algún momento la legislación colombiana entendió esta situación y avanzó la diurnidad hasta las 10 de la noche, primero, y luego hasta las 9 como está en este momento.
El nuevo modelo de recargo que hay en este momento permitió que algunas actividades comerciales, especialmente, ampliara sus horarios de atención al cliente manejando incluso turnos diarios de 8 horas manteniendo inalterados los costos laborales que son entre el 30 y el 50 % del negocio.
El cacareo que se hace es hablar de horas extras en lugar de hacerlo de recargos nocturnos que es un tema claramente de naturaleza jurídica y está lejos de tratarse de un aumento en la jornada laboral que hasta el 15 de julio de este año continuará siendo de 48 horas semanales y a partir de esa fecha, disminuirá paulatinamente hasta llegar a las 42 horas a la semana.
Es más, se intenta volver a ser que la “multa” por trabajar en domingo y/o festivo, vuelva a ser el 100 % del salario básico, hoy el 75 %, encareciendo los costos laborales en todas aquellas actividades que por razones puramente comerciales trabajan en esta fecha.
Por lo tanto, no es un tema de horas extras sino de recargos, lo cual es totalmente diferente.
*Abogado Laboralista
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