Una ley y su respectivo mico

Eduardo Pilonieta Pinilla

Nuestros legisladores expertos en meter micos dentro de las leyes que expiden acaban de incluir un orangután al aprobar la Ley 2306 del 31 de julio “por medio de la cual se promueve la protección de la maternidad y la primera infancia, se crean incentivos y normas para la construcción de áreas que permitan la lactancia materna en el espacio público y se dictan otras disposiciones”.
PUBLICIDAD

Como se deduce en el título, se reglamenta la lactancia en “espacios públicos” y eso está bien. No obstante, y aquí va el orangután, incluyeron una modificación al Código Sustantivo del Trabajo que regula la lactancia de mujeres con contratos de trabajo, es decir, en espacios privados.

La ley comentada regula “…la protección y apoyo a la maternidad y la primera infancia, reconociendo el derecho de las mujeres a amamantar sus hijas e hijos en el espacio público, sin ningún tipo de discriminación ni restricción…” “…Así mismo, se definen los parámetros para que los entes territoriales y algunos establecimientos de carácter privado, construyan o adecuen espacios públicos amigables…” para que las madres amamanten a sus hijos.

Esta ley, que está diseñada para definir la obligación de crear espacios de lactancia en lugares públicos, introdujo una modificación al artículo 238 del Código Sustantivo del Trabajo cambiando el esquema de manejo de las maternas, incrementando el período de lactancia de 6 meses a 2 años con la consecuencia de que igualmente se aumenta el fuero de lactancia en el mismo tiempo establecido en la nueva ley y lo más grave, determinó que: “Para dar cumplimiento a la obligación consagrada en este artículo, los empleadores deben establecer en un local contiguo a aquel en donde la mujer trabaja, una sala de lactancia o un lugar apropiado para guardar al niño”.

Esta obligación existía para aquellas empresas que contaban con más de 50 trabajadores. De la forma como se aborda ahora, sin establecer ninguna excepción, la señora que maneja la tienda de la esquina tendrá que asumir una obligación mayor a todas sus posibilidades para atender a su empleada que tuvo a bien parir.

En la práctica volveremos a presenciar cómo las mujeres en edad de concebir se verán discriminadas y les será difícil conseguir un empleo por el compromiso que ello impone al empleador.

EDUARDO PILONIETA

Comentarios