Luis Carlos, el único vendedor de maíz que quedó en el parque Murillo Toro

Crédito: HÉLMER PARRA - EL NUEVO DÍA
De los vendedores de maíz en el parque Manuel Murillo Toro solo queda uno. Los demás no pudieron volver, debido a que son adultos de avanzada edad y les fue prohibida la salida. Esto afecta también a las palomas, pues sufren de hambre, y son pocos los ciudadanos que llegan al lugar para lanzarles comida.
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Luis Carlos trabaja en la venta de maíz desde 2009, luego de quedarse sin empleo tras años de laborar en arroceras. Hoy, vive con su mujer y se gana la vida con la venta de bolsitas de maíz.

“Primero estaba en la Plaza de Bolívar, de allá nos trasladaron a este parque, pero por estos días y debido al Coronavirus, las ventas cayeron demasiado. Hay algunas personas que todavía compran para alimentar a las palomas.

“Antes éramos cuatro personas trabajando, pero a una señora la iban a operar, y los otros son mayores de 70 años; yo soy el más joven y pude volver a salir”, cuenta.

HP

Según lo narrado por este hombre, quien madruga para estar en el parque a las 6:30 de la mañana, antes de decretarse el aislamiento para evitar los contagios de Coronavirus vendía más de una arroba diaria, pero ahora solo logra media arroba o menos.

“Cuando pude volver encontré un poco de palomas muertas de hambre y otras estaban ahogadas. Ya hay personas que les dan comida y se están salvando”, asegura.

Una bolsa de maíz cuesta mil pesos. Luis Carlos permanece en el parque hasta las 4:30 de la tarde o cuando ha terminado de vender los paquetes que lleva a diario; luego, vuelve a su casa, al lado de su esposa, con la esperanza de que pronto pase esto y, así como sucede con las palomas, él no tenga que aguantar hambre.

HP

 

Credito
ANTONIO GUZMÁN OLIVEROS

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