Al filo de la navaja

Tomada de internet - EL NUEVO DÍA
“Yo tuve un sueño, que no era un sueño: el luminoso Sol se había extinguido y las estrellas vagaban sin rumbo”, Lord Byron

Si les contáramos a los conductores de nuestras locomotoras sobre la erupción más portentosa del planeta, con más de 100 mil personas muertas, con impactos climáticos tan generalizados que cubrió a toda la atmósfera, por el bloqueo de los rayos del Sol, tanto que disminuyó la temperatura global de la Tierra. Muy seguramente el conductor nos mandaba para donde sabemos.

Por esa ignorancia predominante sobre el Volcán Tambora, les vamos a contar su historia y a ofrecerles imágenes -fotos y película- muy serias e insistirles en que el Volcán Machín podría fabricar una erupción similar. Esta poderosa erupción -la mayor del planeta Tierra- ocurrió en Indonesia por allá por 1815, pero la ignoramos y la hemos olvidado por siempre.



La mayor erupción
Sólo una cosa es segura: con los volcanes vivimos en el filo de la navaja. El Tambora, una bella montaña localizada en Sumbawa, Indonesia, inactiva durante mucho tiempo, estalló el día 10 de abril 1815, espectacularmente, matando a más de 100 mil personas, en la explosión y en los tsunamis. Ha sido la mayor explosión volcánica en los últimos 10 mil años; fue 150 veces mayor que la del volcán Santa Helena, equivalente a 60 mil bombas atómicas del tamaño de las que soplaron en Hiroshima.

Un año sin verano y sin primavera
En 1815 no llegó la primavera ni calentó el verano. No crecieron los cultivos en ninguna parte de Europa. En Irlanda, una hambruna y una epidemia de tifus relacionada mataron a 65 mil personas. En Nueva Inglaterra, el año pasó a llamarse popularmente Año de Hielo y Muerte. La escasez de forraje hizo que muriese mucho ganado o que hubiese que sacrificarlo prematuramente: fue un año horrible, el peor para los ­campesinos.


Nuestra historia planetaria guarda una experiencia vulcanológica muy escondida, que pocos conocen; otros se niegan a aceptarla por su dimensión catastrófica, por no saber qué hacer o por falta de verraquera: es la historia del Volcán Tambora, con estructura y síntomas muy parecidos a nuestro volcán Machín, que está siguiendo sus pasos y mostrando tendencias similares.


Es que nosotros estamos rodeados de volcanes. Y, a pesar de ello, aquí las noticias más taquilleras tienen que ver más con el narco, con los “paras”, con los muertos por otras causas, con las barbaridades del Gobierno, con las inestabilidades del Fondo Monetario Internacional, con las ignorancias con respecto al TLC, con un cambio climático verraco, con la manipulación sobre nuestra comida del mañana, y sobre la composición de las corpora­ciones que manejan el planeta, los gobiernos y el quehacer de las gentes.



Aún estamos a tiempo…
Hoy vivimos en uno de los pocos periodos climáticos de tiempos regulares. Pero nosotros no le ponemos atención, seguimos asesinando al clima, ignoramos su funcionamiento y cuando entremos en crisis nos dejaremos aplastar. Ejemplos nos bordean el paisaje: El Machín, el Tolima, el Ruiz, el Huila, Cerro Bravo y estamos a la espera del poderoso pronunciamiento de El Machín.


Pero ignoramos su dinámica y seguimos violando las leyes de la naturaleza con túneles, atravesamos acueductos, costosos viaductos, dobles calzadas, puentes, carreteras innecesarias y, simultáneamente, ignoramos la conservación de los páramos, el cuidado de los nacimientos de agua, la seguridad urbana, derribamos los bosques, insistimos en la minería desordenada y, en términos generales, podemos afirmar que todo aquello que denominamos desarrollo económico son agresiones al clima.



Devastación, hambre y brotes epidémicos
Según Discovery Channel, en su artículo Un año sin verano: “Durante el verano de 1816, cambios inesperados en el clima dejaron a los países del hemisferio Norte devastados, sufriendo de hambre y brotes epidémicos. Estos patrones climáticos fueron el resultado de la erupción volcánica del Monte Tambora en Sumbawa, Indonesia, del 10 de abril de 1815”.



Pre-erupción del monte Tambora
“El monte Tambora se encuentra en la isla Indonesia de Sumbawa, ubicada al este de Bali y Lombak. Sumbawa era originariamente una comunidad rural, subyugada por Sulawesi. Cultivaban arroz, frijoles y maíz, y se dedicaban también a la ganadería. Hacia el año 1800, se convirtió en una localidad comercial, exportando materias primas como arroz, algodón y nidos de aves”



La explosión
“La erupción se produjo alrededor de las 7:00 p.m., cuando tres columnas de llamas alcanzaron alturas de 40 kilómetros, la primera vez que fueron vistas. Se expulsaron 200 millones de toneladas de dióxido de azufre y 100 kilómetros cúbicos de rocas.”


“La clasificación del Índice de Explosión Volcánica, IEV, fue de 7, considerándolo como “súper colosal”. Las explosiones subsiguientes persistieron en forma decreciente durante los siguientes tres meses. Finalmente, las erupciones cesaron el 15 de julio de 1815.”



Las consecuencias no contempladas
“Fue hasta 1920 que William J. Humphreys, un climatólogo americano, estableció la relación entre la erupción del monte Tambora y el año sin verano, y explicó que la fuerza de la erupción del monte Tambora propulsó cenizas y gases hacia la estratosfera (17 a 50 kilómetros, sobre la superficie terrestre), en donde los vientos las esparcieron por el mundo durante más de un año. Esas partículas suspendidas crearon un velo de polvo que reflejó el calor del Sol”.




La devastación de Indonesia
“10 mil personas fueron incineradas directamente. Las provincias linderas de Pekat y Tambora fueron enterradas completamente, y la población de Tambora se extinguió. Los remolinos y los tsunamis posteriores consumieron aún más vidas.”


“En Sumbawa, una capa de cenizas de 60 centímetros de espesor destruyó todas las cosechas, conduciendo a la hambruna. Bali, Lombak y Sulawesi del Sur quedaron cubiertos por una capa de cenizas de 30 centímetros. No había alimentos ni agua potable. Los niños eran vendidos a cambio de arroz. La gente huyó de esas islas e, inclusive, se vendió a ellos mismos como esclava a los comerciantes.”



Homenaje al Machín
Sólo una cosa es segura: vivimos cósmicamente en el filo de la navaja y antrópicamente, aceleramos  el calentamiento climático local y global. Y cualquier aumento en la temperatura convertirá a la vida en chicharrones.

Credito
EL NUEVO DÍA

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