La satisfacción de Humboldt y la sonrisa de Bolívar

SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
Cuando las urgencias ambientales nos acorralan y las obsesiones económicas nos aplastan, es necesario una respuesta colectiva más allá de los efímeros caprichos del poder, en función exclusiva de dar continuidad a la vida. Eso ocurrió la noche del 3 de diciembre para el planeta.

“Humboldt es un revolucionario, un ser que prefiere la física a la metafísica, que se interesa por todo lo tangible, por el nacimiento de las fuentes de agua, por la presión atmosférica, por las branquias de los renacuajos”, afirma Benjamín Villegas.

Simón Bolívar, de la mano de su Maestro Rodríguez y después de Francia, hizo la gran revolución Americana y el Celac nace de un diseño que pretende sobrevivir al naufragio de la globalización rescatando estilos de vida sepultados. Y la terquedad latinoamericana y del Caribe ha comprometido su mayoría de edad en la trascendencia del Celac.


Sentí mi primera gran identidad y admiración profunda con la sabiduría de Alexander von Humboldt por los caminos campesinos tolimenses, esos que penetran los únicos bosques de palma de cera del planeta, por trochas sin oferta mínima para sobrevivir, con  distancias imposibles y caminos que dejan elaborar pensamientos y diseñar solidaridades, éticas, terquedades y persistencias de gentes que se enfrentaron a batallones de fusilamiento.


En los escenarios reales reconstruí sus colectas de ejemplares únicos, su acercamiento para con los nativos, la disciplina para el registro de las observaciones y sus luchas con las niguas, mientras elaboraba sueños sobre el destino de estos territorios maduros para su independencia y sobre la urgencia de descubrir y dialogar protagonistas auténticos para un proceso, con el inmenso objetivo de toda una liberación de un continente multiétnico en pleno aplastamiento por religiones, virreyes, haciendas, pernadas y nanas que reemplazaban a las madres biológicas.


Necesitaba encontrar dentro de la diversidad de la naturaleza humanos -sobrehumanos- para hacerles entrega de un destino insólito en el sentido de lograr una independencia de millones de personas; sin saberlo, se estaba aproximando a prototipos como el que encontraría en la personificación de Simón Bolívar y todos los líderes latinoamericanos que pretende agrupar el Celac.


Humboldt en el Tolima
“Humboldt, quien viajaba con una especie de pintoresca caravana, a lomo de mula, acompañado de indígenas, con 20 o 30 cajas llenas de minerales, de hojas, dibujos, animales disecados, era como un conquistador que venía de regreso con el botín recogido en todo un mundo”.

Pero Humboldt, como lo descubre Arturo Uslar Pietri, no era un hombre de un país, ni el hombre de una raza ni el hombre de un tiempo, ni siquiera el hombre de un planeta: era un hombre universal, un hombre con una sensibilidad cósmica y pretendía dar a los demás semejantes, como el más precioso regalo, una visión de conjunto del ser humano encuadrado dentro del marco natural concebido en el más alto y abierto de los sentidos.


“(...) En el fondo, estaba metiendo la armonía de la naturaleza, con la diversidad, y en el mensaje; les estaba diciendo a los hombres que ningún ser humano es una isla, ningún ser humano es independiente, todos somos parte y pieza de un todo mayor y el fruto que podemos obtener de nuestras vidas está en proporción y en función directa de la forma en que sepamos encajarnos, integrarnos y componernos dentro del gran todo del que somos parte aunque lo ignoremos”.

Buscando a Simón Bolívar
Pietro Filesi registra que en Mayo de 1799, Humboldt escribía a sus amigos, desde Madrid: “Mi cabeza me tambalea de alegría. Me embarco; desembarcaremos en las costas de Caracas en Suramérica”. Bolívar fue su confidente político, sobre la conformación de las nuevas sociedades, que empiezan a despertar del largo sueño colonial. Humboldt no pretende superponer los valores absolutos de los europeos. Más bien se interroga sobre su porvenir bajo las condiciones únicas de su propio ámbito y señala las enormes dificultades que tendrán que superar los americanos para alcanzar, a partir de sus propios recursos y valores, una sociedad justa, libre y desinhibida por sí misma en los propósitos de un futuro de todo americano.


Humboldt fue toda su vida un liberal, un hombre de ideas democráticas más amplias, un partidario de la Revolución Francesa y ese hombre llegó a América trayendo la más completa y la más preciosa información que los ­criollos podían recibir sobre los grandes sucesos de la política y del pensamiento de la Europa de su tiempo.


Cuando Humboldt llegó a Caracas, Simón Bolívar no estaba allí, pero se encuentran en París en 1084 y juntos hicieron un viaje a Italia y en donde pactaron el destino americano, las nuevas tierras y lo que debería ser el territorio americano.


Credito
GONZALO PALOMINO ORTIZ Observatorio Ambiental de la UT

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