El clima que en paz descansa

Nosotros, que tenemos unos indicadores divinos, nos hacemos los bobos climáticos: el Nevado del Quindío ya no lo es; Cerro Bravo perdió su bravura;

la nieve del Ruiz viaja permanentemente para La Mojana; el volcán nevado del Huila se derrite con prisa, el desierto de la Tatacoa invade el territorio de Chaparral…. Y, nosotros seguimos creyendo en los nuevos juguetes globalizados que nos traen después de Navidad…… ahora llamados ODS.  

En estos días se discutió  y acogió la propuesta de Colombia sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que se presentó en Rio +20, en el cual se pretendía garantizar un acuerdo por medio del cual se pueda frenar la degradación ambiental y combatir la pobreza, respondiendo a ocho necesidades: 1) seguridad alimentaria para garantizar que en 2050 haya comida para las 9.000 millones de personas que vivirán en el planeta,  2) protección de las fuentes de agua y el acceso al liquido, 3)  promoción de energías renovables, 4) desarrollo de ciudades cada vez más sostenibles,  5) protección de los océanos, 6) reducción de la tasa de destrucción de ecosistemas esenciales, 7) mejoramiento de la eficiencia y la sostenibilidad en el uso de los recursos y 8) aumento en el empleo y los medios de subsistencia para reducir índices de pobreza; como afirma Luis Guillermo Forero en El Tiempo.

Las cumbres…
Este evento nos hace recordar otro tipo de encuentros que se han hecho con el fin de conservar el medio ambiente y combatir la pobreza, como lo fueron la Cumbre de Estocolmo 72, donde se incorporó el tema ambiental en la agenda pública internacional, con el propósito de entender que las amenazas ambientales globales solo se pueden resolver mediante la acción colectiva de las gentes y de los países; la Cumbre en Rio 92 que se planteó como objetivo central enfocar al mundo en el desarrollo sostenible, con el fin de erradicar la pobreza y combatir el deterioro ambiental, tal como se acordó en la Agenda 21 y en las convenciones de cambio climático y de biodiversidad.

También, el Protocolo de Kioto en 1997, sucesor de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que fue uno de los instrumentos jurídicos internacionales más importantes destinado a luchar contra el cambio climático, sobre el cual reposa los compromisos asumidos por los países industrializados de reducir sus emisiones de algunos gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global.


Las emisiones totales de los países desarrollados deben reducirse durante el periodo 2008-2012 al menos en un cinco por ciento respecto a los niveles de 1990, como lo encontramos en la página de Internet:

“Europa, síntesis de la legislación de la UE”.

Y, con este último la quimera del Protocolo de Kioto en el Centro Internacional de Congreso de La Haya en Holanda en 2000, el cual tenía como objetivo lograr la ratificación de este, que fue un tímido primer paso en el establecimiento de compromisos y emprendimiento de acciones globales tendientes a la reducción de los gases de efecto invernadero, lo cual es necesario para reducir la intensidad y la rapidez del cambio climático.

    
La realidad
Pero después de este cúmulo de reuniones, la verdad es que los logros son muchos, pero la pobreza y la inequidad persisten y la destrucción ambiental continúa.

Y no es extraño que sea así, puesto que se está lejos de cumplir con los compromisos adquiridos en múltiples acuerdos multilaterales, los cuales contienen, casi que en exceso, todas las obligaciones, derechos y medidas voluntarias imaginables para resolver la crisis socioambiental.


Este incumplimiento se debe principalmente a las empresas privadas que con su crecimiento económico y sus intereses de corto plazo han propiciado el incremento de la inequidad y se ha determinado que la protección de los ecosistemas estratégicos para el bienestar de la humanidad por los servicios que prestan ocupa un lugar secundario.


Manuel Rodríguez Becerra afirma que Rio + 20 fue un ejercicio que más nos recuerda a “un ejercicio de culinaria intergubernamental de inocultable cinismo o, más bien, una cumbre simbólica para comunicarle al mundo que los gobiernos y los políticos no son indiferentes”.


Seis grados
Mark Lynas en su libro ‘Marea alta’ trae un texto que se refiere a los peligros de las temperaturas en ascenso a través de la historia. Hace 251 millones de años hubo una gigantesca erupción volcánica que sacudió la actual Siberia; esta fue la peor crisis que jamás había afectado a la vida en la Tierra, y cuando terminó hasta el 95 por ciento de todas las especies habían muerto.

Los geólogos que examinan los estratos de rocas que señalan la frontera entre los periodos pérmico y triásico se sorprendieron al ver que la abundancia de fósiles cedía de repente el paso a un monótono esquisto de barro, signo revelador de anoxia, la paralizante ausencia de oxígeno, cuando miles de millones de cuerpos sin vida se pudrieron en el fondo del mar, adonde habían sido arrastrados desde las masas terrestres devastadas.


La causa de esto fue el calentamiento global. Los volcanes de Siberia habían liberado inmensas cantidades de CO2 desde las profundidades de la corteza terrestre, calentando así el clima lo suficiente para que el océano “eructara” enormes cantidades de metano, desencadenando un efecto invernadero desbocado.


Recientemente, los geólogos que examinan los isotopos de oxígeno en las rocas de fines del periodo pérmico han determinado la cifra del calentamiento global asociado a aquella catastrófica extinción masiva. Esa cifra es de 6°C.


Saltemos 250 millones de años hasta el día de hoy. El mundo se calienta con rapidez, y las pruebas están por doquier, desde los glaciares que se funden hasta el aumento de los niveles del mar. En 2001, el IPCC publicó su importante Informe de la Tercera Evaluación, que hacía proyecciones del calentamiento futuro a lo largo de los próximos 100 años.

El límite superior del aumento de la temperatura era más elevado que en las evaluaciones superiores. Los científicos lo habían elevado hasta 6°C.

Credito
EL NUEVO DÍA

Comentarios