La muerte del río Ranchería

“La única salida económica de los colombianos es la urgente nacionalización de los yacimientos de carbón de toda la Guajira…” reafirmó el técnico español Dr. José Santamaría, después de un recorrido por los territorios y tradiciones de los Wayúu…

Cuando los mineros extranjeros querían erradicar los cementerios antiquísimos de indígenas, entrevistamos al ambientalista más radical de España, quien pregonaba que si los españoles volteaban los cementerios, voltearían a toda la península, e insistía en que eso no era desarrollo, que la minería era algo así como un cáncer que nunca paraba, que continuaba hasta acabar con el paciente.

José Santamaría, nos explico el proceso imparable, pero predecible de la minería, y en particular del carbón y el petróleo… hoy cuando sus prediciones se cumplen, bajo las nuevas normas del capitalismo internacional.


La “marcha negra” de los mineros provenientes de Asturias, Castilla y León y Aragón en el norte del Estado español llegó esta semana al Palacio de La Moncloa, residencia oficial en Madrid del jefe del gobierno Mariano Rajoy.

Durante dos semanas, los mineros recorrieron alrededor de 400 kilómetros para denunciar la situación que están afrontando, luego de que el gobierno español anunció el recorte del 63 por ciento de las ayudas públicas al sector minero, argumentando reducir el déficit público.


De esta manera, de 301 millones de euros que recibía el sector en 2011, pasó a 111 millones en este año, algo que, según los mineros, amenaza directa o indirectamente unos 30 mil puestos de trabajo y significa la devastación de pueblos enteros que viven del carbón. Esta medida también podría incidir en el cierre de las minas carboníferas españolas más pronto de lo previsto.


Esta situación trae recuerdos sobre los hechos que provocaron los cierres de minas más drásticos en Europa a finales del siglo XX, en los años ochenta y noventa. Por muchas décadas, los mineros ingleses fueron el sector sindical más importante en ese país, pero al asumir el gobierno la ministra Thatcher se propuso reducir su poder, así tuviera que cerrar este importante sector de la economía británica.


La gran huelga
La puja entre gobierno y trabajadores tomó varios años. Es recordada la gran huelga entre los años 1984 y 1985, de los mineros asociados en la Unión Nacional de Mineros (NUM – por sus siglas en inglés) bajo el mando de Arthur Scargill. Aunque la resistencia y la fuerza de los mineros fue impresionante, no alcanzó para que desde 1984 se iniciaran los cierres de minas que decretó el Consejo Nacional del Carbón (NCB  por sus siglas en inglés).

Para ese momento el Estado británico era propietario de alrededor de 170 minas y en el sector laboraban alrededor de 190 mil mineros. Iniciando la década de los años noventa, el gobierno de Thatcher había cerrado gran parte de sus minas y las que no cerró fueron privatizadas. Miles de mineros perdieron su trabajo y varias de esas poblaciones mineras fueron duramente afectadas con esta medida.


Minas de gales
En Gales, Reino Unido, las minas de carbón alcanzaron a ser 620, la producción superaba los 50 millones de toneladas de carbón al año y más de 200 mil trabajadores vivían de la minería. En la actualidad, Gales tiene una sola mina en funcionamiento, que fue recuperada gracias al esfuerzo de los trabajadores, quienes asociados en cooperativas compraron y se hicieron cargo de ella. En Alemania, sucedieron cosas similares. Las minas de carbón a cielo abierto en la antigua Alemania del Este fueron cerradas, así como también varias de las grandes centrales eléctricas a carbón.

Más allá de que los sindicatos mineros eran las organizaciones más fuertes en Europa y representaban las resistencias más fuertes a la imposición de políticas neoliberales que se alzaban con fuerza alrededor del mundo durante la década de los ochenta, los cierres de las minas tenían otros asuntos de fondo. Por una parte, las organizaciones ambientalistas en Europa presionaban para que se abandonara la producción de sectores contaminantes, entre ellos la explotación de carbón, considerada una de las actividades más sucias con el ambiente y su quema como la principal causa de emisión de gases de efecto invernadero. De otro lado, los costos de producción de las explotaciones mineras en Europa eran demasiado altos por la profundidad que para entonces ya tenían las minas y los buenos salarios de los trabajadores europeos. Mientras tanto, la demanda energética seguía creciendo en Europa y en el mundo.


Minería en colombia
Por eso, de ninguna manera se trató de reducir el consumo minero, sino que se abonó el terreno para abrir nuevas fronteras para las actividades extractivas y trasladarlas a países donde las exigencias ambientales eran (o podían ser) menores y los costos de producción más bajos. Era el caso de Colombia.

El cierre de minas de Europa posibilitó la apertura de proyectos carboníferos en yacimientos que se conocían desde principios del siglo XX.


Las explotaciones del Cerrejón y La Jagua de Ibírico podrían cubrir la creciente demanda de carbón y también atender el hueco que dejaría la reducción de la producción europea.


Aquí la explotación se haría a precios menores, pues los yacimientos son superficiales, se obtendrían carbones más ricos energéticamente y menos sucios (menores contenidos de ceniza y azufre), de manera que podrían explotarse a cielo abierto, al tiempo que se reducirían aún más los costos de producción al pagarse salarios más bajos.


Los beneficios serían grandes para los consumidores finales del carbón, las industrias, las termoeléctricas y las sociedades del norte, que no sólo podrían incrementar sus consumos sino tener carbón con bajos costos, aunque tuvieran que moverlos a miles de kilómetros para llegar a los consumidores finales.



Credito
Tatiana Roa Avendaño. Censat Agua Viva

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