Caminando hacia… un desierto

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La siguiente nota fue escrita por Amparo Lozada, la cual se basa en una entrevista realizada a un viajero desprevenido en el Casanare y expone sus apreciaciones y las afectaciones ambientales vistas por él.

Durante el mes de marzo un Ingeniero Forestal amigo nuestro, visito varias veredas y municipios del departamento de Casanare, y se relaciono con campesinos ganaderos de la región. Lo primero que llamó su atención fue el perfecto estado de las carreteras que cruzan los llanos secos del paisaje llanero, carreteras que en algunos lugares sirven de plataforma fúnebre a tostados cadáveres de ganado. Se sorprendió el ver a un lado de la carretera, a ganaderos que cuentan con el dinero para sembrar pastos y así tener alimento para su ganado, pero al otro lado están los que son mayoría, los campesinos ganaderos que dejan a los pastos nativos de pradera y a la ayuda del cielo, la vida de sus reses.

A ese viajero lo extrañó la ausencia de cercas vivas, bosques nativos y de cañada, esos que darían sombrío a la reses, evitarían la evaporación del agua y refrescarían las altas temperaturas del llano. Ve horrorizado como los puentes que atraviesa, sortean un cauce de piedras calentadas por el sol que acompaña la sequía, que desde hace cinco meses marca el verano más intenso registrado en los últimos años en este Departamento. Su paso por Paz de Ariporo, lugar de muerte y desolación, centro de los reportes que desde hace unos días llenan los anuncios en los medios de comunicación. No es sin embargo a su juicio el único sediento y reseco municipio en el Casanare. Así lo evidencio su paso por Pore, Orocue, Hato Corozal, Maní, Sacama, donde también lo acompañó la sequía y por ende la presencia de la muerte de su fauna y de su flora. Y hasta en el municipio de Tamara que goza de 1.156 m.s.n.m, también allí encontró cafetales sedientos que ya piden auxilio.

El 6 de marzo vio llover en la vereda de Jagüeyes y se alegró con el campesino ganadero que brincó y rió dando vítores a la lluvia que trajeron nubes desde lejos, como auxilio a un ecosistema afectado, por la deforestación, el sobrepastoreo, los incendios forestales y por la presencia de petroleras que sacan el crudo rápida y eficientemente por sus carreteras dejando detrás una muerte anunciada.

Volvámonos serios

Expertos en temas petroleros advierten, que por el tipo de yacimientos y la extracción de crudo de estos, se afecta gravemente las cuenca hidrográfica del río Guaviare. Luego lo que vemos hoy es el inicio de una tragedia.

El ingeniero de Petróleos, Oscar Vanegas, profesor de la Universidad Industrial de Santander señala con respecto al Campo Rubiales en el Meta que “allí existe un yacimiento infinito con acuífero activo, significa que el agua es la energía que corre el crudo hacia los pozos y significa que la presión del yacimiento se mantiene constante y hay un flujo de agua generalmente de superficie que entra a recargar el yacimiento”. Anota que “al aumentar la producción del campo rubiales en cuanto a crudo también se incrementa la producción de agua y que el que va a sufrir es el río Guaviare, puesto que su caudal va a disminuir al irse el agua a recargar el yacimiento”.

El Ingeniero apoya su teoría en estudios por iniciativa de Ecopetrol a través del Instituto Colombiano del Petróleo en el año 2011, “el cual a través de tesis de grado con la escuela de geología, donde la tesista fue Carolina Cordero se encontró que la recarga del yacimiento de rubiales es el río Guaviare”.

El ingeniero señala la necesidad de que “la Anla debe obligar a las petroleras en los llanos orientales que reinyecten toda el agua al mismo yacimiento (cero vertimientos) para que los ríos no se sequen”. Hace también énfasis en “hacer evaluación integral de los yacimientos y sus recargas en los Llanos orientales para tener muchas áreas vedadas a la explotación petrolera”.

“No solamente el Meta, sino todos los Llanos orientales serán un desierto”, según el Ingeniero.

Golpes de pecho y letanías

Mientras la ministra del Medio Ambiente, Luz Helena Sarmiento Villamizar toma medidas tristemente tardías llamando la atención de la CAR por no actuar a tiempo y Corporinoquia se da golpes de pecho, dan comienzo a un coro común de letanías:

Protégenos señor del Cambio Climático que nos hemos ganado y ya empezamos a sufrir.

Perdónanos por el alto grado de deforestación que no hemos sido capaces de frenar.

Olvida que apoyamos el uso inapropiado del recurso hídrico por emprendimientos agrícolas de gran envergadura.

Olvida señor cuando apoyamos el cultivo de palmas con destino a biodiésel y hasta soñamos con la cascada que nos surtiría las petroleras.

Hoy lloramos señor la muerte de 30.000 animales silvestres y nos arrepentimos por los que en estos días aumentarán la lista.

Ayuda tú que puedes, pues a nosotros nos quedó grande salvar a ríos como el Cusiana que antes era navegable y hoy saltamos de piedra en piedra, líbranos de acabar con otro.

No permitas que en nuestro afán desequilibremos al sufriente ecosistema de morichal para salvar a un moribundo que es presagio de lo que se viene si el titular de la cartera de Medio Ambiente no toma acciones de fondo en vez de soñar con pañitos de agua tibia.

Perdona por ser omisos a las temperaturas entre 40° y 45° centígrados que desde diciembre de 2013 nos pusieron en alerta.

Perdona por no escuchar los argumentos ambientales que nos advertían sobre la explotación de hidrocarburos en los Llanos orientales y hoy vemos la vida de nuestro llano arrastrarse y morir sedientos entre el fango.

Da luz a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla) que otorga permisos a las grandes empresas sin estudiar demasiado si afecta o no el territorio y que no revisa constantemente si las empresas cumplen o no con la conservación de microcuencas.

Perdona si seguimos creyendo que la industria petrolera, solo consume el 0.35% del agua total que se consume en Colombia y no vemos que nuestro sensible ecosistema necesita hasta la última gota.

Credito
EL NUEVO DÍA

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